jueves, 30 de diciembre de 2010

Cuna

Tres tañidos acallaron
mis tres nacientes berridos.
Las campanas y veredas
se durmieron en mi olvido.


Fue un horizonte muy amplio
el que atesoran mis sueños.
aquella línea plateada
donde el sol iba muriendo.


Tuve una alberca de crespas
aguas yodadas e inquietas;
y mis baños fueron tibios
entre esmeraldas y crestas.


Tuve pradera de arenas
rubias, limpias e invitantes,
y de pinocha, la nieve
Para poder deslizarme.

Allí quedó mi niñez
primera, grabada a fuego
por sol sonriente y galano
y por muy pocas tormentas.

Hoy vuelvo al sitio marcado,
y mis huellas no se encuentran,
La arena no guarda rastros,
y el agua moja otros cuerpos.

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