miércoles, 10 de enero de 2018

Apenas amanece el 2018. Llega precedido de muchos augurios y de muchas premoniciones. Sin embargo trae un traje áureo y luminoso. A veces por las noches derrama algunas lágrimas y gime o rezonga por un breve lapso. Es que es muy grande la carga que se ha depositado en él. Sabe lo que ha p                                                                                                                     asado con los años precedentes, los han tildado de injustos, variables, hasta terribles.
Un año malo, dicen quienes se sienten defraudados o son eternos inconformistas. Yo lo bendigo porque Dios me ha permitido pisar sus umbrales y ahí marcho entusiasta o tambaleante estrenando sus días.
Muchos como yo sabemos que el pobre año será pacífico y agradable si los hombres lo son, su economía  fluctuará según las circunstancias y la probidad de quienes junto a él vayan, sean gobernantes, dirigentes o simples ciudadanos.
Nosotros tenemos la obligación   de plantar en él las flores de la alegría, de la comunicación, de la gentileza, de la hermandad. Si queremos que otras generaciones posteriores lo alaben, pongamos en él el mayor entusiasmo y  energía
Olvidemos los resentimientos, veamos en cada persona que marcha junto a nosotros al prójimo que levantó al caído. No importan las ideologías, las nacionalidades ni las razas. Estamos juntos en este sendero y Dios no nos puso para juzgar, sino para andar juntos. Muchos podrán parecernos los errores o las injusticias que alguien comete, tratemos de no cometerlas nosotros. Al fin, cuántos son los que en estos ocho días han dejado de existir. Veamos lo afortunados que somos por disfrutar más días de este año. Dejemos todas las pequeñeces que crean enemistades.  Sepamos confraternizar; a nuestro lado marchan ateos, agnósticos, creyentes de múltiples religiones. Todos somos hermanos en esta tierra que desde todos los criterios, advertimos  que se deteriora  tanto, que posiblemente no tenga larga duración. Muchos pensarán que después nada habrá, otros que reencarnarán en seres desconocidos. ¡Si pudiéramos contagiarles nuestra fe! Oportunidades hay para todos, pero sería una pena que en un inconsciente optimismo se agoten los días de este año y de los que puedan sucederle sin pensar que hay, o por lo menos que pueda existir un más allá donde todo sea tan perfecto que hasta los que allí lleguen lo serán.
Todos gozamos de libre albedrío, para creer o no, para ser villanos o personas llenas de amor. Dichosos aquellos que pueden esparcir  luz en las tinieblas. Yo trato de aferrarme a la fe que me permita ver el esplendoroso regreso de Jesús. Hay millones que lo esperan desde diversos credos cristianos. De cada rebaño se salvarán corderos, más aun,  antes de la llegada muchos de los que hoy no creen, seguramente lo harán. Desde mi punto de vista desearía que ninguno fuera indiferente, pero mientras estemos en este flamante año o en otros que le sigan, recordemos que no tenemos enemigos aquí en la tierra sino personas equivocadas que agreden porque las circunstancias así los formaron, porque es muy difícil controlarlos. Enfermos de la psiquis o del alma. Seamos perdonadores y nunca vengativos.
Nosotros tenemos apenas el derecho de una sonrisa, de un gesto amable, de un perdón o de alcanzar al necesitado el pan para su día. Entonces miraremos con gratitud a este año que nos han regalado para vivirlo en paz.


miércoles, 19 de octubre de 2016

El Verbo

                         El Verbo
Fuiste tú la palabra, acción y sustantivo.
El Verbo sin pasado, pues desde siempre eras
Tu nombre que es emblema de dulzura infinita,
de sacrificio y gracia.¡ Hasta la cruz fue emblema!

No es fácil comprenderte  aun leyendo la historia
que aclara con palabras las dudas que me aquejan
¡Oh Señor! El misterio de tu amor  generoso
Lo acepta nuestra fe, no lo capta la mente.

Vemos que todo pasa, en la tierra que habito,
aunque haya sol y luna, se mezclan temblorosas
las culpas de los otros junto a las culpas mías

Por eso yo te imploro, sacudas corazones,
para hacerlos más dulces, especialmente el mío
tengo sed de apoyarme un instante en tu hombro.


                        

Rejas

                                                                 Rejas

Una vez se erguían las fortalezas…Ellas defendían de atacantes externos, oponentes bárbaros o desconocidos.
Hoy nuestro pueblo se ha vestido de rejas. Los atacantes pueden morar entre nosotros o venir furtivos y solitarios en las noches o amaneceres o mediodías. Un peligro latente hace que en nuestra tierra las casas se refugien tras rejas elevadas. Se esconden las iglesias, las escuelas, los comercios y los asilos. Las ventanas ya no lucen los postigos de madera o alegres y adornados balcones. Sólo el hierro apunta en lanzas variadas hacia un cielo gris y desconfiado.
Sin embargo, nada detiene al ansioso drogadicto o al ladrón audaz que prefiere arriesgarse antes de dedicar algunas horas a un trabajo para llevar al hogar un pan honesto, sabroso y bien ganado.
Las rejas están. Pintadas de colores generalmente oscuros, y con formas diversas según el gusto del propietario o del forjador.
Pero a mi paso aparece una linda casa con su coqueto muro que no sobrepasa el metro y que termina con una reja baja con infinitas lanzas agudas y amenazantes. Cualquier hombre o joven osado encontrará la forma de sobrepasarla. Para eso ingenio y métodos no han de faltarle si está decidido a llegar a la casa. Pero tenemos que pensar, con mucho dolor, que la delincuencia por un fenómeno inexplicable, ahora empieza muy temprano.  Niños y adolescentes portan armas y las usan con tino o sin él. Seguramente la inconciencia de su edad los hace más temerarios que los adultos.  A pesar de que sean rateros, o ladrones experimentados, no puedo, y no quiero imaginar sus cuerpos atravesados por esas lanzas arrogantes y peligrosas. Quizás un niño inocente se atreva a saltarlas en busca de una pelota que pudo accidentalmente caer en el patio protegido. Incluso un familiar, amigo, o vecino de los dueños, en un afán de sortear riesgos extremos puede ser el herido.

Mi casa no tiene rejas, ni portones, No deseo sentirme prisionera de mi propia casa, aunque me juzguen descuidada. Aparentemente lo soy, pero sin riquezas y con muchos años vividos confío en que Dios me guarde con un invisible vallado de todos los peligros, si así lo quiere. Parecerá irracional mi posición para aquellos que muchas veces han sido víctimas de ataques o intromisiones en sus viviendas. Incluso muy lógico me parece que deseen protegerse. Sólo pido que hagan altas las rejas que necesitan. Altas y seguras, porque a mí ese cortejo de lanzas afiladas me infunde miedo, miedo a los accidentes infaustos que pocos prevén pero que  ocurren.

jueves, 31 de diciembre de 2015

Juntos hagamos que el 2016 tenga más amor



¡Un año que fenece y otro que nace.!
Para mí una instancia repetida muchas veces.Es cierto que no le he achacado demasiadas culpas a todos los que se van, y no he depositado exageradas esperanzas en aquellos que se inician.
Los he visto pasar con la indiferencia que me producen las fiestas repetidas. Con un dejo de cansancio más que de melancolía.
Creo que desde mi niñez he demostrado poca alegría y menos expectativas en  estas instancias.
Sin embargo hoy me he puesto a reflexionar, y justamente porque ya han sido demasiado repetidas, me he dado cuenta que quizás no sean tantas las que vuelva a vivir. Son otros tiempos diferentes los que se acercan, aquellos que pueden marcar la eternidad o dejarme en la nada para siempre.
Pero pienso que todavía me regalan algo de tiempo y es justo que recapacite en estas transiciones. El año que se va, lleva la carga de mis insatisfacciones pero la marca de mi  inacción.
He desperdiciado días y meses  sin darme cuenta que  que pude haber logrado más. Contribuir a que el año fuera menos duro, menos ingrato, más generoso,más altruista,en fin, mejor.
Tal vez los países están convulsionados, los gobiernos han sido desacertados, ni yo sola, ni la mayoría de los habitantes de la tierra  habríamos podido detener las guerras, los atentados,las muertes en las rutas, los suicidios  ni los robos.Pero carecimos de la calidez, de la tolerancia, del perdón.
Anduvimos un tiempo sin comprometernos.Es cierto que personalmente ayudé a algún niño a hacer mejor los deberes escolares, a enseñarlos a hablar y escribir mejor, a recobrar los buenos modales porque vengo de otros tiempos donde eso era muy importante.Quizás socorrí a alguien sin recordarlo y no dejé que ningún vendedor que llegara a mi casa se fuera sin dejar algo de su mercancía. Alabé a quien hizo obras de bien, al que fue  amable, agradable, al que acortó mis tardes con su simpatía o su afecto.Pero eso lo hacemos  casi todos .
 .Ahora debo pensar diferente. El nuevo año será mejor, si  yo lo soy, será agradable si sonrío, será menos duro si olvido los errores ajenos y los míos
El panorama no parece muy auspicioso, es posible que vengan momentos de mucha austeridad, que nuestras arcas estén vacías o empobrecidas.La culpa posiblemente no es  mía,ni exclusiva de ninguno pero nada ganaré con quejarme,o reprochar.Pongamos el hombro, la paciencia,la resignación y el esfuerzo para que el año que está a la puerta sea menos tenebroso que lo que imaginamos y no olvidemos nunca que de todos los mandamientos que figuran en el Decálogo o las palabras del Maestro no hay ninguno mayor que el amor.

miércoles, 16 de septiembre de 2015

VA EN CAMINO A SER LUCERO


Era la niña un suspiro,
luciérnaga, en dulces brazos.
Una gota de rocío,
de lucero, la esperanza.
Era la niña dormida…
Un temor  con muchas causas
Era entre brote y semilla.
Un silencio sin palabras.
Frágil era, más que un lirio,
Y cual candil se apagaba.
Fueron ruegos, tibias alas…
Era del cielo la niña
ángel que apenas luchaba
Pero Dios  hoy la bendijo
Y es capullo sonrosado.

                     15 de septiembre de 2015







miércoles, 9 de septiembre de 2015

Del libro Tiempo de Recuerdos (1987)

                                        Reflexiones a manera de introito


Hoy he roto no sé qué Mundo de inhibiciones y temores y he resuelto escribir un libro.
¡Qué ampulosa palabra para designar a este borrador en el cual trataré de transformar en palabras todas  aquellas  ideas, pensamientos y recuerdos que han danzado en mi mente durante tantos años!
Quizás pueda encauzar en él mis inquietudes y mis aspiraciones desconocidas aun para mí misma.
Dijo alguien que un hombre debe tener un hijo, plantar un árbol, escribir un libro… Pienso en el ser humano, hombre-mujer, y quiero confundir al hijo con el árbol. Entonces puedo decir con cierto orgullo que he plantado dos árboles, arraigados con amor en éste y otro suelo.
Por ello sus raíces han de extenderse ávidas hasta alcanzar las vertientes más profundas, las que habrán de fortificarlos  proyectándolos en ramas fuertes que puedan ser pródigas de frutos.
Para esos mis árboles, para ellos mis hijos, escribiré mi libro.
El futuro, su futuro, será más claro y luminoso si sus plantas se afirman  seguras y  orgullosas, sobre la base firme de seres anónimos que día a día construyeron  una época.
Será esta la historia de nuestra familia, de nuestra pareja, de nuestro hogar y ¿por qué no? De aquellos ancestros que la crónica o el contar memorioso de algún familiar pudieron rescatar del olvido.
Será la historia de una de las tantas familias que no ha de figurar en enciclopedia alguna. Sus hechos, ni magníficos ni deplorables se van perdiendo inexorablemente. Pero quedarán nombres, para que algún día una bisnieta curiosa, pueda asomarse a esta ventana de recuerdos y allí, empolvados, encontrarlos. Al hacerlo, sentirá renacer la historia de otros tiempos y los lazos de su misma savia                        

martes, 8 de septiembre de 2015

Del libro Tiempo de Recuerdos

             

                               Aires de Medioevo (Fragmento)


¿Cuándo aparece el apellido Vaccaro ligado al nombre ilustre de aquella ciudad que  guardaba milenios y escondía innúmeros sucesos?
Nadie lo sabe. Solamente  aparece unido indisolublemente como los minerales y los fósiles al suelo de Este
Adquirió del mismo la fuerza de la raza entera que luchó por poseerlo. Qué importancia puede tener un apellido más cuando la región estense muestra su magnífica e insólita supervivencia.
Fueron muchos seguramente los grupos étnicos, como muchos y variados los ciclos de esplendor y decadencia, pero el suelo fue uno solo, y fue rico y deseado tanto que aprisionó a las más diversas generaciones.  Las hizo suyas transmitiéndoles su energía,  integridad, el valor y trabajo callado y sin ostentaciones.
Modestia. Entusiasmo. Economía. ¡Castillo y Fortaleza!
Uno más entre aquellos dignos  estenses el primer Vaccaro que allí se asentó construyó su casa. No importa si atravesó distancias para afincarse allí o si nació de la tierra, semilla  fecunda y generosa.
Este y Vaccaro serán en la familia un lazo único y permanente.
Alguien, buscando cierta vez,  los orígenes del patronímico, obtuvo extraños datos, que parecen leyenda, de un pirata hispano que desde el Mediterráneo y a través de la bota itálica llevara hasta el norte su apellido.
El misterio de las emigraciones y del contacto entre pueblos diversos no es fácil de esclarecer, por lo mismo nos basta saber que si no legítimos, por los menos fueron estos Vaccaro, hijos adoptivos de esta región  y que su larga permanencia en la zona  les confiere la más auténtica carta de ciudadanía que los acredita como vénetos.
A pesar de lo dicho, intentamos rastrear algo concreto, medianamente cercano. Encontramos apenas documentos raros, escapados al afán utilitario que convierte  los libros preciados en papel anónimo en tiempos de guerra. Los mismos aparecen en archivos desmirriados, empobrecidos que no pueden revivir plenamente los hechos de una comarca.

Entre esos legajos escasos, familiares diligentes encuentran nombres y fechas acerca de los Vaccaro que llegaron a Pan de Azúcar por los cincuenta y de otras gentes que con ellos entroncaron…