lunes, 3 de diciembre de 2012

Perdona mis fracasos

Ay! Jesús que me miras desde el cielo
 contemplando mis yerros cotidianos,
los impulsos que reprimir no puedo,
¡perdóname Señor por mis fracasos!.

¡Oh Jesús!, tú conoces mis caminos,
no dejes que mi pie tropiece en piedra
 es mi andar inseguro y llevo prisa
sin saber qué me impulsa por las sendas.

Necesito que me orientes y me guíes
y que ablandes a mi alma, y que yo  llore
por aquellos que sufren en la vía
por el hambriento, y aquel que se equivoca

Hazme dulce, serena, comprensiva
Hazme, humilde, sencilla, sin rencores
Mi vida tuvo flores y hasta espinas
pero más fue jardín con dulce aroma

Doblega mi carácter, quita dudas
que puedan de tu lado separarme
 es tan sólo tu amor lo que perdura,
en este mundo doloroso y árido.

Vísteme blanca ropa de justicia
Derrama algunas gotas de dulzura
Fortifica la fe que tú me diste
 y yo te esperaré con mi armadura.



domingo, 11 de noviembre de 2012

No sé por qué te elijo



Tu nombre es de mujer, así lo creo,
y te  he elegido Abril entre los doce.
Ni siquiera he sabido  los por qué.
Eres la primavera o el otoño
con aroma de rosas si estás lejos,
o con hojas al viento si me tocas.
Abril indefinido, amor de mil poetas
que recuerdan a la muchacha joven
o a la dama que no pensamos vieja.
Primavera u otoño, casi apacible,
no tuviste  sitial privilegiado
tal vez no fuiste nadie, ni una nota
anoté  en tus semanas  de almanaque
ni bodas, cumpleaños, ni festejos.
Más  les debo yo a julio y hasta a enero
por ser  más preocupados por mis” nanas”
Sin embargo te nombro como a Octubre
que me colmó de  ilusiones y nostalgias,
el mes de amor, florido y recordado
de sentimientos  gratos ¡tan colmado!
De ti que no recuerdo muchos dones
es el nombre que elijo.  Te perdono
por llevarte a mi muerto, al  compañero.
No es tu culpa, seguro,  su partida;
él se iba de a poco, desde otros meses,
y tú estabas allí, cualquiera,  y libre.
………………………………………………………..
Si no tuviste nada grato para darme
me  dejaste un ¡Adiós! en una   tarde.



sábado, 20 de octubre de 2012

Respeto

                                                           




Vecino que transitas el suelo donde piso,
por ti le puse bridas al corcel de mis alas,
y bajé decibeles al canto vespertino
para que tú pudieras levantarte mañana.

Por ti le corté ramas a mi rosal florido,
para que no te hieran espinas, cuando pases
muy cercano a mi casa por el fresco camino.
Mas no lo talé todo para   su  aroma darte

Tú, niño distraído en tus juegos de infancia,
Y tú, anciana  tremante que pasas por mi vera,
no te apures ni inquietes, he de frenar mi marcha
para que no te caigas  si es que bajas la acera.

Por convivir contigo aquí sobre la tierra
Relegué libertades, en pro de tus  derechos
Aunque no me conozcas, somos la misma siembra.
y debemos vivir de acuerdo a  viejas  leyes..

Yo quiero ser tu amiga aunque no te haya visto.
Yo quiero ser tu hermana aunque nacimos lejos
ser el prójimo aquel que mencionara Cristo
porque la tierra es una, porque la tierra es nuestra.

                                   

jueves, 18 de octubre de 2012

tardanza


Nací en un hogar, sencillo. La organización, el trabajo y el aplomo los  ponía mi padre
Mi madre aportaba su juventud, su prolijidad, su inexperiencia, algún canto y alguna innata rebeldía.
Dios estaba presente en la oración nocturna enlazada con aquel ángel de la guarda, que yo imaginaba como las imágenes de los cuentos, tan niño como yo.
Dios estaba en la naturaleza, en el calor del hogar, estuvo en mis caídas primeras y en la prisa con que me levantaba. Siempre estuvo pero poco fue nombrado.
La tradición religiosa era débil en el medio y la única iglesia que conocí, no ejerció la atracción que imaginaba.
La escuela me instruyó en muchas disciplinas. Las acogí a mi manera. Despierta ante los desafíos, con ansias de no quedar nunca postergada. Así razoné en las matemáticas, me introduje en la Historia con placer, porque antes había tenido la fortuna de amar la lectura y transmitir las lecciones al viento así como los poemas.
Carecí desde el comienzo de prolijidad, mis trazos eran desparejos, tal vez claros, pero jamás hermosos. El motivo fue la prisa que me empujaba, una prisa que ignoraba adonde me conduciría, pero a la que no era fácil dominar.
Así que Dios me llegó casi como un soplo fresco que nada exigía. Mi entorno no parecía basarse en él. Sólo puedo dar testimonio de que alguien me protegió en los múltiples senderos que caminé. No fueron caminos largos, pero como todos aquellos desconocidos encerraban peligros que siempre pude sortear
Mi niñez fue esa. Poco religiosa, con pequeños caprichos y soplos de desobediencia.
. No es cierto que la niñez sea toda inocencia, hasta allí puede incluso llegar algún ángel maligno, disfrazado de picardía.
La poca fe, me hizo temerosa de cualquier tormenta. Sufrí de miedos y no fui la mejor compañera de juegos.
La adolescencia no fue mejor. Se incentivaron mis estudios incluyendo otras ramas, Pero Dios  apenas estaba incluido en frases hechas que casi habían perdido su significado por lo reiterativas. Dios quiera, Si Dios quiere, Dios te va a castigar. Ruégale a Dios ¡Por Dios!...
Mi mamá empezó a darse cuenta que Él debía ocupar un lugar en mi vida y me indujo a visitar la iglesia, la única conocida en mi pequeña ciudad.
Y comencé a asistir algún domingo. Luego  una seguidilla de  tardes; debía conocer más para incorporarme a la feligresía
Al finalizar el año, mi madre quedó sorprendida ante mi negativa  de participar de la ceremonia. Sin embargo, no tuvo fuerzas para aconsejarme, o impulsarme, Carecía de credenciales para ello.
Ella no navegaba tampoco por esos ríos, solamente comprendía que solamente en Dios encontraría la espiritualidad que hace felices a los seres, pero no había sido llamada todavía.
Así comencé el Liceo, aprendí de Creacionismo y de Evolución. Los profesores eran personas capacitadas. Nunca mostraron si eran creyentes o ateos, pero debían enseñar todo lo que decían los libros. Y la enseñanza era laica y secular.
Así que yo debía elegir los caminos. No era fácil. Desde Cromagnon y Neardenthal me miraban restos de seres  desesperanzados o irracionales.
Pero Dios no me había olvidado y una tarde por mi calle  algún ángel distribuyó aquellos libros de tapas  verdes o negras  con  cantos rojos. Fui una de las primeras que corrí para alcanzar uno.
Mientras, en las clases de Historia aparecieron guerras religiosas, Cruzadas, Reforma y Contra-reforma.  Supe de Lutero y de Calvino. Entonces algo tuvo sentido para mí. Una voz radial  suave y afectuosa completó esta nueva instrucción y encontramos con mi madre un sendero que parecía verdadero.
Ella lo emprendió pocos años después y llevó a mi padre de la mano hacia la luz que llamaba.
Pero yo era demasiado joven, y me movía en un medio indiferente, así que guardando esa especie de tesoro en mi corazón, seguí por el mundo,  Sufrí con mil poetas, cristianos o rebeldes y les presté mi voz para que revivieran. Por ellos supe de amor y tuve esperanzas de un  hogar cálido y compartido, de niños y de almuerzos alegres.                Un día  llegó alguien que me atrajo. Él sí creía en Dios, pero lo reverenciaba  de tanto en tanto en aquella iglesia que yo había rechazado.
 Una ligera pena opacó mi entusiasmo, pero con mi formación, ¿qué reparos podía poner entonces?
Y nos entendimos así, sin hablar de ese tema.
Unos años después nos unimos en matrimonio. Jesús estaba en mi corazón. Quien nos casó lo sabía. Yo había sido muy sincera. Por ello encomendó nuestro matrimonio al Hijo de Dios. Fue muy comprensivo, pero no nos advirtió que a veces son difíciles los matrimonios entre personas de credos diferentes.
Y tuve sí infinitas frustraciones a ese respecto, pero Dios compadecido, permitió una unión buena,  y nos regaló dos hijos que colmaron nuestros sueños.
Hoy yo estoy sola, intentando restablecer una unión  profunda con aquel Dios paciente que me ha esperado.
Mientras, oro con esperanza para que  se apiade de mi simiente.
    

lunes, 15 de octubre de 2012

Pequeño milagro




Marcho por la ruta
entre pocas frondas
y campos ariscos.
 El cerro me nombra.

 La tarde es muy clara,
Otoño es patrono
y en bíblico sábado
yo lo observo todo

 Me arrimo a los cercos
temiendo el peligro
Maizales muy verdes
se muestran amigos.

 Enfrente las viñas,
cepas vendimiadas
tienen   un aspecto
de viejas cansadas

 Al volver a casa
mi ceibo me obsequia
una vara larga
con labios de fuego.

 y  flecos de grana
 muestra el plumerillo
en un pincelazo
de color y brillo

 ¡Ay, mis locas plantas
sueñan con diciembres,
porque un sol de marzo
las besó sonriendo!

 2009

Óptica

   

 Te observo tras el amplio
cristal de mi ventana
Quiero decirte un ¡Hola!
ofrecerte mis galas
gozar de tu sonrisa
pero eres tan feliz, que temo
que se rompa el encanto.
Puedo darte de mi casa la fachada.
o acaso de mí misma
Puedo prestarte el parque con sus flores,
los pájaros, los cisnes.
No son tuyos lo sé, mas tú los gozas,
 tú vives en su entorno
y percibes aromas y gustas de tu barrio.
yo me conformo con ver tu casa humilde
pero limpia y pintada
Me complazco en mirar como caminas
ágil por las mañanas.
Veo a tu niño alegre, jugar con sus amigos
y  correr por  el césped.
Hace ya tanto tiempo
que aquí ya no hay más niños….
Te muestro, simplemente, la fachada,
las tejas, la alta puerta y las variadas  aves.
¿Sabes acaso qué hay tras los salones
qué esconden mis alfombras
cuán frías son mis sábanas
y mis noches qué hondas?!
Yo te doy lo que tengo
por gozar la alegría que derramas
por el perfume cálido
de la hogaza en tu mesa.
Yo te doy lo poquito que poseo
y dejo atrás mis lágrimas
no te ofrezco mis dones que son vanos
porque quizás enturbien tus riquezas
tú me muestras  el amor y la tibieza
y eso endulza mi alma

El prójimo


Es fácil dar risas  si alegres estamos
y dar un dinero cuando ricos somos
Dejar la palabra más cauta y calmada,
si el verbo nos nace casi como dones

Se ganan batallas cuando bien armados
se derrocha el tiempo cuando bien servidos,
se es leal a las causas que se creen ganadas
y sabios se vuelven los que ya han sufrido.

En cambio es difícil mostrar alegría
cuando dentro oímos el rugir de penas.
Nos cuesta dar dádivas si el bolsillo pía
como al ave madre, el  tierno polluelo.

Todo lo que abunda, todo lo que sobra,
dolores y quejas, sonrisas o llantos,
cortesía, mimos, elegancia, rosas
todo eso lo damos sin poner el alma.

Total, nada falta, ni nos damos cuenta
que alguien, generoso, pudiera llamarnos
Mas  sufrid por otros, llorad pena ajena
pasad hambre a cambio de que otros se sacien

Y entonces felices de ser como Cristo
dormirán en leños desnudos y ariscos
y del mundo vano desoirán los gritos
que los llamen  tontos, desnudos o tristes

Dos poemas para Hanna

Poemas para Hanna

Recuerdo que llegaste una tarde soleada
Eras un haz de brincos, mestiza y descuidada

Me abrumó tanta euforia y tu falta de tino,
mas te aceptamos todos hasta el can que teníamos

Y pasaron mil días con sus mil consecuencias
momentos de rutina, risas, muertes, nacencias.

éstas fueron tus frutos, diez cachorros sedientos
a  ellos diste  paciencia, amor y complacencia.

Uno a uno se fueron hacia hogares variados
y te quedaste sola pero hermosa y calmada

Luego yo quedé sola sin el amo y su perro
no sé si comprendimos la importancia de aquello

Poco a poco amoldamos nuestras dos soledades
y reímos de nuevo, jugamos y callamos

Anoche como siempre me acompañaste un rato
y al sonar de las doce te conduje a tu casa

te fuiste como todas las noches que pasamos
bajando con pereza lentamente las gradas

Hoy preparé tu cena, la coloqué en tu plato
te llamé como siempre Hanna! Hanna! Hanna!

Me respondió de pronto un silencio pesado
y mi voz en la noche tuvo un tono angustiado.

a tientas pude entonces encender una lámpara
y tú estabas allí, dormida de costado.

Vino el doctor a verte y dijo: en  madrugada, en sueños…”
mas temo que por buena no llamaste a tu dueña.
……………………………………………………………….
Y vendrán muchas noches en que intente llamarte
Si no di muchos mimos nunca dejé de amarte

                                                 II

Llegó una tarde soleada
puro brinco, poco seso
mestiza de primer grado
Algo  golpeada y hambrienta

Panza rubia platinada
cubierta de manto negro
casi pura era su raza
pero triste era su aspecto

Pasó a la casa asignada
junto a aquel guardián celoso
que imponía con la “facha”
y era manso y afectuoso.

Así pasaron los años
ella mejoró el pelaje
ganó en belleza y modales
Se hizo dama y halló paje.

Naciéronle diez cachorros
y fue extraordinaria madre
mansa, dulce, generosa,
por ellos volvióse calma

La vida nos dejó solas
una noche que no olvido
y compartió mis silencios
y yo le presté mi frío

Meses, años, tiempo largo
las dos cerca, casi juntas
Sol y luna nos besaban
y era mi sombra la suya.

Me visitó como siempre
cuando el sol se había ocultado
y estuvo quieta y serena
largas horas a mi lado

Llevó su pereza a cuestas
sin señal de rebeldía
Yo más anciana, ella vieja
se habían sumado mil días

Fui a buscarla a la otra tarde
nadie contestó el llamado
La luz me mostró, cobarde
una sombra allí en su casa

Se fue tan callada y buena
casi por no preocuparme
La hallé dormida en su lecho
¡Cuánto amor me faltó darle!

W.I.P. de V.

jueves, 11 de octubre de 2012

Ola

 


¡Ay, encrespada ola que hasta mis pies llegaste
con bramido soberbio de bestia enardecida!
Yo te vi tan airosa cual vela desplegada
Y desmayada y débil al volver a tu nido

¡Cuánto de ti dejaste en la arena sedienta!
¡Cuánto de mí llevaste porque vi  tu hermosura!
Fue un pasional encuentro que atesora mi mente,
Si bien a la manada volviste con premura.

Agua henchida de viento y ansiosa de aventura.
Tafetanes y encajes, aretes de diamante.
Te perdiste en la tarde cual soplo de locura
Y robaste a mi alma aquel precioso instante

           19/8/2008

viernes, 10 de agosto de 2012

Con los brazos abiertos


Recordemos nuestras suaves colinas, las  redondeadas elevaciones, el agua cristalina zigzagueando entre las laderas  y el mar cambiante y misterioso.
Sentiremos todavía aquellos vientos raramente huracanados y las brisas perfumadas de la primavera.
Era la lluvia casi siempre oportuna y el clima agradable en un país especialmente digno de ser vivido.
     El habitante, conocedor de esos dones era igual, afable, algo indolente y despreocupado. Apto para ser perfecto mediador, defensor de la justicia y de la paz.
A medida que el país progresaba la cultura aumentaba, los intelectos se desarrollaban ampliamente, y muchos hijos de este suelo desde aquí y desde el exterior se convirtieron en expertos en Relaciones internacionales. Modelos de cordura, sabiduría y elocuencia  capaces de apoyar y defender toda causa justa.
    Hoy la inteligencia perdura, la capacitación ha aumentado, sin embargo de aquel paisaje casi paradisíaco, perdura tan sólo el suelo curvilíneo, las verdes praderas y el mar rumoroso.
Vientos muy fuertes han soplado en la naturaleza y en los hombres. Han aumentado los fríos y el Sol se ha vuelto más abrasador.
    Muchos hombres y demasiados jóvenes han caído en la intemperancia, en los errores, en los delitos a que han sido conducidos por hábitos que jamás  sospechamos que surgirían.
    El mundo exterior ha influido dolorosamente en nuestra sociedad y ahora ignoro si seguimos siendo tan ecuánimes y generosos.
   Hoy hay hambre, hijos que emigran, muertes injustas, prematuras, trágicas.
   Tal vez seamos más agresivos al igual que los vientos…
En cambio el suelo sigue siendo firme y confiable, y mientras desde la distancia oímos o vemos escenas de pueblos más iracundos e intolerantes, más pobres e  inestables, nos  atrevemos a extender la mano cálida e invitante para que se sepa que los golpes fortalecen y que lo único que perdura  es la solidaridad y la comunicación.
Aún tenemos mucho para decir, y aquí estamos
.


Al partir


               

Cuando nos vayamos, algo perderá el orbe.
Una chispa de luz de cualquier astro,
la gota de rocío que mojó nuestro rostro,
la sonrisa del niño que hemos sido,
la irrepetible corriente del río a nuestro lado.
Aquel rayo que cayó tan vecino,
la imagen reiterada del gran cerro
 los  hirientes brotes de algún pino,
y la roja alegría de este ceibo.
Aquel trozo de roca hoy vuelto arena,
nuestro inocente asombro ante lo bello
y el palpitar secreto ante lo oscuro.
El perfume generoso que nos diera una rosa,
y nuestra huella pequeña sobre el lodo.
El azul infinito de otros mares
el hueco en el colchón de nuestra cama
y algún verso genial que recordamos.
Un dulce beso y una mano cálida.
Único fue el instante que vivimos,
y así como extrañamos lo perdido,
el Mundo todo sentirá la ausencia
de nuestro paso, si éste  desvaído
ha  sido en su pasaje por la vida.
Tal vez algo dejemos, y en la mísera
partida desolada que afrontamos
nos quedará el consuelo indefinido,
de saber que unas cosas nos llevamos.

                                 Wilma Pereira de Vaccaro

Paranaguazú



No puede imaginarse
un abrazo más cruento
Hombres desprevenidos
visitantes de hierro

Relámpagos y rayos
desde una nave inmensa
que se movía con alas
y no usaba remeros.

Flechas, lanzas, coraje
orgullo el extranjero
 que estaba preparado
para inusual encuentro.

Y se detuvo el viento
y callaron los ceibos
El neolítico apenas
con  tardo medioevo

¡Cómo captar instantes!
¡Cómo vivir sus miedos!
El mar fue el responsable
de intercambiar los tiempos.

Wp de Vaccaro 21/10/2008

martes, 7 de agosto de 2012

Mi flor... (otra para Romina)




De tierra de cristianos llegó mi flor
porque trajo de ellas  gracia y amor.
Y si árabes llaman así su nombre
es seguro que al mismo ella hace honra.

No sé  quiénes  dicen cómo llamarnos,
mas  sorpresas gratas suelen brindarnos
el origen aquel, nunca pensado,
y el sentido tan bello del resultado..

Yo imagino que alumbra una luz buena,
esa  vía de azahares y de azucenas.
Que si bellos nombres nos han dejado
es que Dios generoso los ha inspirado.



  

La de tierras cristianas



Con tus ojos oscuros
 y tu sonrisa clara
y ese nombre que luces
ya tímida, ya ufana,
 te sueño allá muy lejos
donde jóvenes árabes,
susurraran al verte:
“la de tierras cristianas”
¿qué sueños te marcaron?
¿Qué señales te dieron?
Tienes aroma grato,
porque amas a las gentes
cualquiera sea la casta,
 variados sus pensares
o  pesadas  sus faltas.
Y porque eres mi nieta
y  sabes que te amo,
yo seguiré el ejemplo
 de ser mejor cristiana.

Miedo

                                                  
Ese terror absurdo que me marcó de niña, no supe nunca a qué atribuirlo. Lo cierto era que cualquier tormenta intempestiva con su mezcla de luces y de ruidos me hacían correr irracionalmente hasta cualquier rincón de nuestra casa para tratar de disminuirlos bajo mantas y frazadas. Un llanto convulsivo hasta que volviera el silencio y la calma- Y así una y mil veces. No importaban las explicaciones si las palabras tranquilizadoras. Yo era la fugitiva perenne de las tempestades. Los días de festividades patrias, entre fuegos de artificiales y cohetes seguían siendo  tormento para mi oídos y mi sinrazón. Un día, cuando ya tenía nueve años una brusca y atemorizante tormenta de verano, me encontró corriendo por un campo desierto. Corría y lloraba, apretando el canasto repleto de uvas. Mientras, rogaba a Dios que pudiera llegar a mi casa. Lluvia y truenos cesaron de repente. Entonces me creí una heroína por haber sobrevivido a tanta agresión. No tenía entonces idea de guerras injustas, devastadoras donde el ruido de las armas más o menos pequeñas y de las balas de los cañones asustaban a los más valerosos. Me hice adolescente y mujer. Toleraba bastante ya los cohetes y las tormentas me producían todavía miedo, pero podía resistirlo. Sin histerismos. Sabía que había tormentas mucho más grandes en el alma del ser humano, algunas se atrevían a manifestarse cerca de mí. Para esas un llanto tenaz y otra vez los oídos cubiertos ante mi impotencia por calmarlas.
 Así me dije un día: Mi futuro será de paz. Nada de discusiones, ni voces airadas. Todo amor. Para lograrlo claudiqué muchas cosas, no es fácil abatir intolerancias con la voz suave y mansa, y los silencios impuestos por mi voluntad se hicieron a veces interminables y fui yo la que nuevamente prorrumpí en llanto para terminar con ellos La vida me había engañado, la paz no se alcanza sin explicaciones y éstas no son siempre tan silenciosas porque llevamos gritos e insatisfacciones en el corazón y sólo se calman con alguna explosión brusca de alguna parte. El ser humano no nace con un carácter suave y conciliador. A veces la ira nos atrapa y no sabemos cómo dominarla. Dios puede detener los vientos, acallar los ruidos, pero nosotros no tenemos la riqueza de su carácter y nos desbordamos como ríos. El tiempo me fue enseñando, aunque nunca fui tan inteligente como para alcanzar la serenidad absoluta y definitiva.
Logré sufrir mejor algún vendaval  que arreciaba pronto .  Como dijo el  poeta, uno era la roca el otro el mar que intenta derribarla, pero en cambio discrepo con él mismo, en que en mi caso “Si, pudo ser” La armonía fue surgiendo de a poco, a medida que aprendimos a tolerar, a confiar, a entregarnos uno al otro para desafiar los fenómenos de la naturaleza, propia, y de la naturaleza de los elementos físicos, entre ellos los que causan desgarrantes enfermedades.Tan sólo nos costó aprender durante cierto tiempo que el amor no es torbellino, ni pasión,es paz y compañerismo, unión y solidaridad.

miércoles, 1 de agosto de 2012

Circos y Teatro

                                           LOS CIRCOS Y EL TEATRO

¡A cuántos circos concurrí de niña, de joven, de adulta! Ya no recuerdo  ni siquiera los nombres de todos ellos, tal vez de pocos. No eran esos suntuosos circos de inmensa carpa donde fieras  y artistas hacían del acontecimiento algo inolvidable. Sin embargo poseían dentro de los modestos recursos que marcaba una decadencia que un día los haría desaparecer, espléndidos equilibristas, ecúyeres con donaire, alguna fiera ya fatigada, tanto como los payasos que arrastraban sus chistes con cierta tristeza. Cuanto más lejanos en mi pasado, sé que eran más esplendorosos, pero no dejo de reconocer que el esfuerzo por sobrevivir, empeñaba a sus actores a veces a actos hasta heroicos. Esa era la primera parte. Después de un intervalo de golosinas y tarjetas con las fotografías de las artistas más “seductoras”, indefectiblemente aparecía aquel teatro, del que solíamos en los últimos años escapar con prisa. No obstante eso, nuestra niñez, permanecía hasta el fin, mirando a Martín Aquino, El Pequeño Héroe del Arroyo de Oro, Flor de Durazno, M`hijo el dotor, Barranca abajo, Santos Vega, u otras obras de corte campesino. Los actores nos parecían malos, ajenos a la realidad, estruendosos, trágicos. Cumplían sin embargo en  su repertorio gastado con  una acción cultural. Esos circos que llegaban a los pueblos diseminados por el interior de nuestro suelo, trataban de acercar, con su esfuerzo grande, aunque no siempre bien logrado, el teatro  a nuestros pueblos., ponerlo al alcance de  las capas más humildes  de la sociedad.
 Familias de poquísimos recursos, quizás ahorraran en víveres o vestimenta para acercarse entusiastas a las carpas, últimamente remendadas, para satisfacer  el ansioso deseo de los hijos y hasta el suyo propio. El altavoz o el megáfono se había encargado de promocionar su presencia. ¡Y cómo escapar a aquella fantasía de luces que prometían un buen rato de esparcimiento! Así, bueno o malo, el teatro penetraba en los diferentes estratos sociales. A veces, la literatura penetraba en imágenes, en mentes sencillas de poca o ninguna ejercitación lectora.  Hoy reconozco, el  esfuerzo grande que realizaban los miembros de aquellos circos, que por su economía no poseían tantos números espectaculares, como aquellos que podría esperarse.  No me refiero a la calidad de los trapecistas, gimnastas, malabaristas, sino a la ausencia de costosos animales, tigres, leones o panteras. En cambio, no faltaba algún animal doméstico, que hiciera las delicias de los niños. Tal vez desde esa época ha quedado en mí, y a veces me avergüenzo de ello   un cierto rechazo por el teatro dramático. En realidad prefiero las comedias con humor; las risas son más fáciles de sacar que las lágrimas. Para llegar a mis sentimientos es más fácil lograrlo con el cine. Comprendo que es un arte muy diferente, pero se parece más a la realidad. En cambio el teatro, más allá de la valoración que pueda hacer de la interpretación digna o excelente de los actores me emociona menos. El teatro nacional es muy bueno. Tenemos espléndidos actores, pero la realidad de mi función en una platea, sin sentirme   calificada, es más la de una  analista que de un gustador de la obra. Tal vez la marca de los teatros menores a los que me he referido, pero que tuvieron el valor de la penetración, es el mismo, que se interpone  entre el actor y yo. Siempre he pensado que jamás habría podido ser actriz. Ni siquiera me habría gustado. Sin embargo, mi afán por la poesía, y  la lectura expresiva parecerían demostrar lo contrario. En fin… Tal vez solamente son divagaciones en una tarde solitaria, cuando el sol comienza a abrir un cielo más oscurecido por el invierno que se ha alejado.

Los hijos del Trueno


                             
Así los llamaban, y no venían furiosos escoltando a Atila. Eran  pescadores iracundos  que estuvieron justo en la ruta del Maestro. Y quién como Él  podría descubrir potencialidades, fragancias escondidas donde apenas asomaba desasosiego o inconformidad. Allí encontró al discípulo amado, aquel que escribiría para nosotros los mensajes de salvación y de esperanza que predicara Jesús y que  nuevas revelaciones le rubricaran.
Fueron muchos los que lo siguieron cuando Él, suave pero firmemente, les decía: -“Sígueme”
Nosotros, habríamos  pasado de prisa  cerca de esa tormenta. Nos habrían   disgustado    los  gritos,  y la violencia.  Habríamos juzgado  apresurado,  aunque valiente a Pedro cuando esgrimiendo daga  tratara de salvar a quien no necesitaba de ningún protector.
Impulsos sin razonamiento todavía.   Nos sentiríamos avergonzados cuando el gallo marcara las tres veces en que Simón negara a su maestro.
Tal vez muy sorprendidos de que aquel tesorero serio y cuidadoso  sería el terrible traidor que anunciaban las profecías.
¿Y nosotros en qué grupo nos incluiríamos según nuestras actitudes? No somos ciertamente calmados, a veces acunamos rencores, explotamos en iras desmedidas,  huimos ante la menor amenaza,  negamos y mentimos.
Nos enojamos con nuestros hermanos o nuestro prójimo porque estamos desconformes con nosotros mismos. Es que no logramos perdonar actos que Dios ya no recuerda. Nacimos de nuevo, es cierto. Pero cuán lejanos todavía de reflejar lejanamente el accionar de Cristo.
Estamos en el Mundo. Nuestros amigos, y las personas más cercanas  tal vez no piensan como nosotros. Y sabemos que nuestra palabra debe ser muy gentil, muy oportuna, muy serena para no herirlos. Al fin esta enseñanza debimos darla antes para que bebieran en ella. Pero entonces aún estábamos parcialmente ciegos y no habíamos nacido de nuevo. Ahora la única arma es la oración. Debe ser intercesora, ferviente, continua. Solamente quien atesora todo el  poder,  puede oírnos,  sanar nuestras  heridas y cumplir el anhelo más grande de nuestra vida, el que ellos nos acompañen en la aurora de luz y amor que  anunciará el regreso del Mesías

martes, 19 de junio de 2012

CASTILLO

Los castillos medioevales  me atrajeron   aun desde la distancia.   Algún embrujo han ejercido también en la imaginación de poetas y escritores muy conocidos  Quizás la oscuridad, lo austero, lo inasible de aquel y de otros tiempos es lo que más conmueve. Yo visité algunos hace mucho. La ausencia de jardines, el silencio, me dejó una sensación de desasosiego. Me resultó difícil imaginar dentro de ellos el menudo paso de una dama, el roce de las telas sonoras y la risa o el llanto de algún niño. Imposible pensar en el trino de  aves ya que  no podría considerar canoro ni melodioso lo que pudiera emitir un azor, única ave representada en cualquier  escudo.  Es cierto que tampoco encontré al caballero, pero él estaba implícito en los tallados de los muebles que reproducían yelmos, en las armaduras, en las lanzas, en las espadas y hasta en aquella austeridad del lecho, en los blasones   que colgaban  de las paredes.
Desnudos de la suntuosidad de los palacios hablaban  sólo del dueño, de feudos y de  luchas; era esto lo único que parecía adivinarse en los muros enmohecidos.
El sol parecía tener prohibida la entrada. Y aunque todo fuera oscuro y hostil  debió existir ternura, cariños, encuentros, aunque fuera en algún pretendido rincón, junto a un rescoldo o en algún amanecer primaveral .La luna también debió ser cómplice y no podemos olvidar que muchos juglares y poetas le cantaron al  amor   Dios estuvo  allí, disponible como siempre para calmar los dolores de almas acongojadas que lo llamaran en algún momento. Quizás en el almuerzo, en el amanecer, en algunos rezos susurrados casi, en el primer vagido de un  bebé,  o  cuando luego de una larga ausencia el amo volvía sano y victorioso.  Pero yo lo imaginé más cercano a las viñas soleadas de aquellos burgos que se habían convertido en ciudades o poblaciones menores. Donde las espigas hablaban de pan, de alegría y de labores cotidianas y productivas.
Encontré huellas de Dante Alighieri en el castillo Gamuzzoni, de la familia Scalaghieri, tal vez parientes suyos. Había datos de su estancia, y yo me he preguntado si en aquellas noches extremadamente largas, tuvo tiempo para anhelar el cielo, para temer a un infierno o para esperar purificarse en un  conveniente purgatorio. Pero  eso sí, debió tener horas insomnes para imaginar castigos creativos y perennes donde poner a sufrir a sus enemigos.
En otra colina vicentina dos castillos que se enfrentaban ofrecían la historia de los enamorados más célebres de la literatura,  Romeo y Julieta.
 Aunque Sakespeare sitúa a las familias de éstos en la vecina y señoril Verona, algunos folletos ilustrativos y mucha promoción, dicen que aquel romance novelesco nació en esos castillos, residencias de campo de las familias en conflicto, aunque el resto de la leyenda se habría desencadenado en la ciudad. Nada de eso es importante cuando la región no escatima recursos para atraer a turistas curiosos u ocasionales.
Pero los castillos están. Y a pesar de un balcón de leño, seguramente adecuado para la escena, el amor no estaba presente en la frialdad de las piedras que permanecían. En cambio seguían destacándose armas, petos y espaldares, camastros, y hasta rastros de luchas mucho más recientes, cuando en la segunda guerra mundial, algunos contendientes lo habían ocupado.
 Instrumentos terribles de tortura estaban desde el medioevo. Quiero pensar que nunca fueron utilizados, pues  me parecieron  fauces  feroces  esperando presas.
 Dios no estaba presente  en la palabra, ni en inscripciones. Tal vez estaba reservado para  las celdas monacales, o donde el gótico pretendía alcanzar el cielo con las agujas de su arquitectura más que por la dulzura de los sentimientos.
En el nombre de Dios se  llevaban a cabo guerras muy cruentas,  mientras,  escondidos en cuevas, muchos creyentes  justos y humildes sobrevivieron, preservando  las escrituras, cuidándolas con celo para transmitirlas incluso,  a pesar de las  continuas persecuciones. Su castillo, era la palabra del Señor, y esa roca  no se abatía fácilmente. Llevaba  un mensaje de gracia y perdón

domingo, 10 de junio de 2012

¿Quiénes entrarán allá?

¿QUIÉNES ESTARÁN ALLÁ?
Comienzo por casos extremos, pero tantas veces me pregunto si María Antonieta o Robespierre  accederán al cielo? ¿El Zar Alejandro o la  turba desbocada?
¿Serán más  culpables Caifás, Herodes, Pilato o Judas que los altivos y enloquecidos fariseos?
Yo temo al poder de las masas cuando actúan enardecidas  igual que al celoso poder de clases muy dominantes.
Ambos se han alzado en nombre de la fe, de las libertades,  de los derechos propios o ajenos.
Benedetti dice en su poema que dos son más que uno, y en verdad  lo son, para el bien y para el mal.
La iglesia necesita miembros que la constituyan, integren, difundan. El Mundo  también necesita dirigentes y operarios, labradores, pastores, profesionales, dependientes.
Jesús formó discípulos, apóstoles, seguidores.
Los siglos vieron guerras fratricidas, de conquista, pero las más tristes fueron aquellas religiosas, murieron fieles, incrédulos, inocentes.  Miles de ellos.
Solamente Dios sabe quiénes fueron culpables, cuáles santos, cuántos arrepentidos.
Yo digo:¡Ay de aquellos que juntan  sus soberbias, sus venganzas, sus demonios, sus ambiciones!
Jesús dijo:-“ No todo aquel que me dice Señor, Señor, entrará al Reino de los cielos.”
Allá se encontrarán muchos, sorprendidos gratamente o esperados. Se reencontrarán seres amados y habrá ausencias…
Pero y yo… ¿Dónde estaré, junto a los hijos salvados o atrapada en el milenio para morir dos veces?

jueves, 10 de mayo de 2012

A RUBÉN DARÍO

                        A RUBEN DARÍO


Cuánta mujer deseara haber sido Francisca,
para darte ternura, para calmar tu mal,                                                                                        
pero fueron las huellas de Eulalia o Carolina
las que jamás dejaron secar tu manantial

Hay un niño en tu pecho cuando derramas flores
y lloras los insomnios de las noches sin calma.
Débil hombre, caíste en redes tentadoras
que rasgaron tus carnes,  y golpearon tu alma

Ay! Darío, la vida te impulsaba hacia Eros
Tú gustaste cien  bocas, quizás buscaste más,
pero algo te faltaba y acentuaba tus miedos
mientras en finas copas bebías el champán.

¿Besaste a la princesa prisionera en sus tules?
Recóndito palacio la guardará sin duda,
pero en horas oscuras hubo mujer y musas
para acallar pasiones ,sin dulzor ni ternura.

¿Quién como tú ha logrado sangrando regar rosas
y sacar del carbón ,cual minero, diamantes
Quién pudiera palabras selectas y preciosas
esparcir en las hojas blancas y sollozantes

Pero el alma sensible no te marcaba rumbos
aunque obsequiaras  broches de fina pedrería.
Alhajas tus palabras cual tu sentir fecundo,
que lucirse pudieran en cara joyería.


Fue tu lira tan rica que envidiarla pudiera
inspirado poeta con el más alto vuelo.
Pero tú fuiste uno, tu vida y tus quimeras
te dejaron desnudo en tu busca del cielo.


Tu pluma venció al tiempo, al viento, a las edades,
 mas recojo con pena las dudas del mensaje.
Tu juventud perdiste, tu esperanza temprana
quedó allá entre la brisa que refresca el boscaje.

Aunque admiro tu numen no he de beber tu savia,
mi sendero fue grato, sin espinas, con paz.
Son mis giros muy lentos, tengo cortas  las alas
y dejo  grises versos, cada tanto, al azar.



5 de setiembre de 2007 

lunes, 16 de abril de 2012

Artigas y sus mujeres

                                           


Desde niño o adolescente el campo ejerció una especial atracción en su espíritu. Amaba las suaves colinas y  los intrincados montes nativos. Caballos solidarios lo arrastraron por las lomas.
Su innata seducción, lo distinguía vestido de elegante atuendo en las reuniones montevideanas, o con el flameante poncho en sus correrías a campo abierto. En cualquier ámbito que se moviese, dada su simpatía y su charla amena atraía  profundamente,  tanto que donde él estuviera había ruedas que lo escuchaban. Nunca se mostraba altivo por  su calidad de descendiente de representativos fundadores. Los criados negros.  los mulatos, indios y mestizos gozaron  de su aprecio y de su trato igualitario y respetuoso.  Esto lo hacía extraordinariamente admirado y querido.
    No es extraño, pues que ante el más cercano rescoldo, que tuviera un calorcillo hogareño, pudieran despertarse tempraneras pasiones.
Fueron, según lo han ido recabando estudios constantes, muchas y de variado origen sus mujeres.
Algunas pudieron haber sido apenas la pasión de una noche, de una tarde veraniega junto a un río, o de una ocasional y transgresora salida junto a los muros de Montevideo.
Lo curioso es que de todas o casi todas ellas, brotaran semillas.
Así, si varios fueron sus amores, no menor fue el número de sus hijos. Hijos que amó y reconoció a medida que iban apareciendo.
Muchos hablan de la simultaneidad de algunas relaciones. Sin embargo, la crónica parece poner una pausa significativa entre cada uno de esos brotes de orígenes diferentes.  Sabemos hoy, que algunas uniones fueron muy estables, y tal vez legales. El hombre de campo,  policía o blandengue, necesitaba un apoyo en las solitarias jornadas. Alguien que entibiara su lecho frío y alimentara su cuerpo cansado.
Sin embargo, ¿esas pasiones, esas compañeras, además del valor de que hicieron gala compartían su intelectualidad? Seguramente  eso era muy improbable ya que él había nacido con una luz en la frente. Tenía sueños muy excelsos, aspiraciones muy marcadas en busca de una patria grande generosa, sin  excluidos ni opresores.
 Alguna india quizás compartiera su sueño de campos libres e ilimitados, otras mujeres tal vez se preocuparon solamente por dar al hombre todo lo que necesitaba como tal. No es posible pensar que todas fueran amplias interlocutoras de aquel desmesurado caudal de aspiraciones. Hubo quien lo acompañó en el Éxodo, como lo hicieron muchas familias patricias que no vacilaron en dejar la ciudad amurallada  para lanzarse a aquel campo desnudo donde no había a veces más abrigo que el del  afecto esmerado y solidario, que él les brindaba.
Lo cierto es que arribado casi a la madurez, con la salud resentida, vuelve a su solar natal.
¿Nostalgias de otros tiempos más despreocupados? ¿Alguna pena por la precaria situación económica de su tía viuda y de su frágil hija? ¿O había llegado al fin a desear establecerse junto a personas que compartían sus costumbres primeras, sus orígenes nunca olvidados? Una esposa verdadera, elegida ante Dios y los hombres
Es posible que el amor ya vivido varias veces, no haya sido el motivo de aquella boda con su prima Rafaela Rosalía Villagrán. Pero una ternura nueva y desconocida hasta entonces, lo había impulsado a concretarla. Tuvo que vencer incluso escollos para que la iglesia le permitiese la unión. Seguramente ansiaba una paz especial. La novia fascinada por el apuesto blandengue  no podía  aspirar más para su futuro.
Algunos angustiosos golpes,  como las Invasiones Inglesas, la pérdida de dos pequeñas hijas, luego del afortunado nacimiento del primogénito José María, hicieron naufragar la razón muy sensible de Rafaela hasta arrastrarla paulatinamente a una definitiva locura. Fue corta pues la relación que  el prócer anhelaba. Y ésta, la única y legítima unión que ambos se habían jurado, fue apenas una pausa. La compañera elegida, no pudo compartir sus anhelos, y el esposo desposeído de ella como ser pensante y racional, se alejó nuevamente de Montevideo. No la abandonó nunca totalmente, veló por su bienestar económico y el de su hijo, y encargando a su tía y suegra que cuidara de  ella y le comunicara la mínima necesidad, se refugió en su cuartel general desde el que emprendería con más arrojo que nunca su causa libertaria.
Otras mujeres paliaron sus dolores, una muy especialmente.  Le brindaron más hijos y amores más salvajes y aguerridos. Él correspondió a su manera, con la resignación que surgía de cada golpe; de cada cambio, de cada frustración. A la esposa, como tal, en virtud de ley y sacramentos le tocó el privilegio, si no de compartir un día la tumba, ni los momentos más trascendentes  o pesarosos de su vida , de figurar en la historia de ayer y de hoy como la verdadera esposa que fue.
   Pero después de varios amores y más descendientes, hubo una única y verdadera mujer en su vida:” la tierra grande, confederada  y libre”  que  nostálgico recordaría desde otro suelo,  junto a alguna natural  del país que lo asiló.  Fue caudillo y patriarca, adalid y sembrador, así como fue autoridad,  y jinete y al fin de sus días generoso labrados.   
Hoy, sin desmerecer a ninguno de sus descendientes, ya que ellos  fueron dignos, valientes y generosos a su ejemplo, comprendemos que  no tuvo mejores hijas que sus ideas de igualdad, libertad e independencia. Ideas de avanzada que recogieron sus seguidores, quienes con errores   y a veces con menos  grandeza, lucharon con coraje para conservar, por lo menos una, de aquellas provincias que él soñara, la preferida, la Banda Oriental