Dibujé mi destino ilusionada en
que la estrella lejana me mirara,
sin saber que aquella luz tan clara
era la estela apenas de un pasado.
Y seguí coqueteando con los astros
esperando notaran mi existencia.
Mas fue en vano soñar que me guiñaran,
ni siquiera acusaron mi presencia.
Por eso preferí los mediodías
cuando el Sol cariñoso me besaba
y entibiaba la sangre de mis ríos,
ayudando a que mi alma se elevara.
Revisé punto a punto mis caminos
pues me di cuenta que la muerte llega,
y no quiero me encuentre desprovista
de luz, para dejar como la estrella.
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