Con tus ojos oscuros
y tu sonrisa clara
y ese nombre que luces
ya tímida, ya ufana,
te sueño allá muy lejos
donde jóvenes árabes,
susurraran al verte:
“la de tierras cristianas”
¿qué sueños te marcaron?
¿Qué señales te dieron?
Tienes aroma grato,
porque amas a las gentes
cualquiera sea la casta,
variados sus pensares
o pesadas sus faltas.
Y porque eres mi nieta
y sabes que te amo,
yo seguiré el ejemplo
de ser mejor cristiana.
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