Cuando nos vayamos,
algo perderá el orbe.
Una chispa de luz de
cualquier astro,
la gota de rocío que
mojó nuestro rostro,
la sonrisa del niño
que hemos sido,
la irrepetible
corriente del río a nuestro lado.
Aquel rayo que cayó
tan vecino,
la imagen reiterada
del gran cerro
los hirientes brotes de algún pino,
y la roja alegría de
este ceibo.
Aquel trozo de roca
hoy vuelto arena,
nuestro inocente
asombro ante lo bello
y el palpitar secreto
ante lo oscuro.
El perfume generoso que
nos diera una rosa,
y nuestra huella
pequeña sobre el lodo.
El azul infinito de
otros mares
el hueco en el
colchón de nuestra cama
y algún verso genial
que recordamos.
Un dulce beso y una
mano cálida.
Único fue el instante
que vivimos,
y así como extrañamos
lo perdido,
el Mundo todo sentirá
la ausencia
de nuestro paso, si
éste desvaído
ha sido en su pasaje por la vida.
Tal vez algo dejemos,
y en la mísera
partida desolada que
afrontamos
nos quedará el
consuelo indefinido,
de saber que unas
cosas nos llevamos.
Wilma Pereira
de Vaccaro
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