Fragmento del Capítulo: Perfume de Antaño
El arroyo serpenteante forma una rinconada y se esconde
tímido entre sauces y mataojos ribereños. Y en aquel valle perdido en las
proximidades de la” Calera del Rey” construye su casa Justa Meneses, quien
recibe de su padre apellido y tierra y de su madre, Mercedes Núñez((portuguesa) voluntad y tesón.
Justa se ha casado con Juan Pereira, gaucho pobre a quien
los padres legaron tan sólo recuerdos de
épocas mejores. Solares de abuelos perdidos por engaños, quitados con
fraudes.
Relojes apurados marcando horas futuras. Hipotecas
vencidas antes de cumplirse el tiempo
señalado .Remates injustos robando tierras fértiles a legítimos dueños.
Así Juan, no recibe
los campos que Ángel su padre, hubo del abuelo Tomás que allá por el mil
setecientos ochenta fuera uno de los primeros vecinos de esta costa del arroyo.
Las tierras ahora son ajenas y Juan Pereira, sin otras pertenencias ni más
raíces que las que lo ligan a las
cuchillas y a los valles del pago, aporta
al hogar horas de trabajos variados y de ausencias largas.
Justa Meneses levanta paredes y espera sus regresos. Forma
el nido Cuatro hijos varones le nacen en el valle: Juan, Jacinto, Ángel y
Eduardo.
Ángel María , el tercero, verá la luz en mil ochocientos sesenta
y siete, cerca suyo, casi en la falda de un cerro prominente nace una población,
primer signo de urbanización en las cercanías .
Pan de Azúcar extiende su jurisdicción hasta alcanzar sus
campos y transponerlos.
Ángel María se ha casado con Gregoria Serrón nacida en
tierras vecinas. Era ésta la hija menor de Ramón Serrón de larga trayectoria en
luchas partidarias y de Luisa Castro de ascendencia portuguesa.
Ángel compra a su madre las tierras, las últimas veinte
cuadras, en realidad diecinueve, porque ella reserva una y la casa .Sin embargo
de los catorce nietos que les dará la nueva pareja, no alcanza a conocer a Juan
Angel, el primero que ya estaba por nacer.
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