Soy una leve hoja apenas, que en la tarde
está allí porque Dios la ha bendecido
con su piedad, pues poco le he brindado.
Todo amor, con su gracia me ha vestido.
Vientos suaves, no ariscos me impulsaron
a pasar las etapas de la vida.
He soñado y mis sueños se agrandaron.
Fui una niña y mujer guardando nidos.
Aún casa tengo, y es bastaste grande
para esperar a los hijos que se han ido.
Siempre vuelven, son ellos la constancia
de mi pasaje, de mi amor, mis alegrías…
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