Hoy los recordamos; monumentos en su honor se erigen en múltiples naciones y en las plazas de las suyas. Pero, ¿en verdad fueron suyas alguna vez? El ostracismo o la muerte truncaron sus sueños. Sus aspiraciones eran mucho más amplias así como las fronteras. Fueron visionarios, valientes estrategas, hombres de honor y de respeto.
Lucharon por la independencia de las tierras en las que les tocó vivir, dejaron historias, leyendas, ideas, bases para que surgieran países libres y soberanos. Sin embargo los frutos de su siembra las recogieron otros. Las patrias que soñaron se empequeñecieron ante ambiciones ajenas y divergencias entre sus continuadores. Alguno tal vez tuvo mucho tiempo para retornar, pero el suelo en sí no era lo importante. Lo fundamental era aquel esfuerzo que no tuvo inmediatamente el eco que merecía.
. No es raro que incumplidas las ilusiones prefirieran otras tierras vecinas o lejanas para no sentirse fracasados o traicionados. En todos lados hay tierras para otras siembras, si no de ideas, de granos para el pan de algún pobre.
Así, Artigas, San Martín, Bolívar, marcharon de prisa o lentamente hacia una gloria que no pretendieron, fueron demasiado grandes para esperar recompensas, hubieran preferido comprensión, y continuidad. Pero todos sabemos que sin su ideario, su valentía, y sus dones, nuestros países no habrían nacido poco después.
Fueron los padres indiscutidos, y aunque en el alumbramiento ellos no estuvieran, nadie desconoce que fueron los progenitores. Con la misma hidalguía que mostraron ante las victorias, asumieron la derrota, y se alejaron altivos e incorruptibles hacia un destino solitario.
Erguidos e íntegros los recuerda la posteridad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario