Yo, joven, quise ser un día la voz de mil poetas
Supe llorar con sus sentires si eran tristes
o cantar con sus cantos si felices y alegres.
Era toda zozobra o hasta la lanza en ristre
Nací precisamente para gozar sus rimas
Para copiar sus miedos, para lanzar sus dardos,
para sentirme grande bajo su manto altivo
sabiendo que era pobre mi condición de bardo.
No sé si alguien lo supo, pero pasé mi tiempo
siempre garabateando emociones absurdas
agotando las hojas de abultados cuadernos
consciente que el esfuerzo sólo dio frutos burdos.
Pero aunque con la musa, impulsiva o sin rumbo
yo leí a los más grandes sin envidiar su lira
y anduve sendas viejas y disfruté del mundo
espléndido en poemas que copiaban la vida
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