Y las promesa es esa:” Una paz absoluta,
con cánticos muy dulces, con arpas y alabanzas
olvidados los miedos, calmadas las pasiones,
junto a Dios generoso, gozando dulce calma”
Pero a veces el hombre no concibe ese espacio
donde todo es perfecto, sin celos ni venganzas,
sin ningún pecadillo, sin la sal y pimienta,
porque sólo los buenos gozan de la bonanza.
Nacimos del pecado, asidos a la tierra
a la que nuestras plantas están muy arraigadas
y aunque ansiemos el cielo, la carne nos atrapa.
La serpiente enemiga nos ofrece migajas.
Somos muy imperfectos, frecuentes pecadores,
que oramos en la noche por un feliz mañana.
Nos pellizca el deseo, la tentación de todo
el miedo de alejarnos y un temor a la Nada.
¡Oh seres conflictivos!, condenamos al mundo
pero en él nos movemos sin querer alejarnos,
aun sabiendo que Cristo padeció en nuestro nombre
el demonio nos tienta, sin poder esquivarlo.
No entendemos que nuevos, seremos en futuro
que morirán las ansias, y que sólo dulzura
habrá en la nueva tierra que querrá cobijarnos.
mas por ser tan ingratos, buscamos la amargura.
En debates profundos se nos agota el alma.
y desgraciados somos buscando más heridas.
Si olvidamos el soplo con que Adán fue animado.
regresamos al polvo.. esta vez sin salida.
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