miércoles, 17 de abril de 2013


                                             Enseñanza
No he pensado un país de literatos. ¿Por qué deberíamos serlo? Pero quisiera saber en qué momento y por qué causa, docentes, políticos, periodistas, descuidaron su alfabetización- No basta hacer  Primaria, ni  Secundaria, ni una carrera universitaria para convertirnos en país alfabetizado. No pretendo ya un lenguaje culto, selectivo ni una lectura expresiva y amena. Apenas me conformaría  con  que todos aquellos que garbosamente entran a Internet , supieran que Ay, ahí, hay, no son la misma palabra. Que los verbos haber y hacer comienzan con h y el primero lleva b y el segundo llevará c también al ser conjugado. Quisiera que el modismo de abreviar, no sustituyera a la amigable q. con una k extranjera y que figura tan pocas veces en nuestro diccionario-Quizás sería mucho pedir que los infinitos errores que ninguno creerá que son de tipeo sino de abierta ignorancia y falta de atención, no nos humillase tanto ante lectores experimentados .¿Cómo es que esos garrafales errores trepan sin rubor y con mucha inconciencia a las enciclopedias que figuran en la Red y de la que los niños y jóvenes tanto se sirven?
Hubo una vez, como en los cuentos, pero una vez en la que yo viví, en la cual los niños que deletreaban, debían superar ese inconveniente antes del tercer grado, y que los trabajos escolares aparecían coloreados con infinitas correcciones por los maestros, quienes tenían una cuidada caligrafía y por supuesto jamás una falta.
En esos tiempos no era raro que muchos alumnos lucieran sin aparatosidad dictados sin ningún error. Los varones, en general, pero con honrosas distinciones, solían, apurados por la proximidad del recreo o de la salida, escribir con cierto descuido. Sin embargo, pasados  pocos años, se convencían que si no ponían algo más de atención en sus trabajos, no pasarían de clase.
Los menos llegaban a la enseñanza media todavía con faltas, las cuales por no ser tan graves solían ser perdonadas luego de la advertencia correspondiente.
Pero hoy,¡ por favor!, no culpemos a las pequeñas computadoras de esa falta de respeto por nuestra lengua. Pensamos, que tal vez podría habérselas proporcionado, para que se utilizara  como una clase más, como  Historia o Matemáticas, dado el uso  que tendrían que darles en el futuro
Sin embargo, flaco favor les ha hecho a niños que casi no saben leer ni escribir con trazo manuscrito unos pocos renglones.
No son tontos los niños y los adolescentes. Es tan fácil entregar los trabajos en fotocopia,  logradas por ellos mismos o solicitadas en las bibliotecas.  La mayoría ni siquiera las ha leído antes de entregarla a su maestro, seguros que el llevarlas es ya trabajo suficiente.
Hay excelentes maestros y profesores, pero el dislate es tan desmedido, y las instituciones hacen hincapié en que los alumnos no repitan el  curso, que los mismos  se encuentran atados de manos para solucionar este acuciante problema. Claro que ya no vivimos en aquellos tiempos en que las madres generalmente no debían trabajar, alcanzaba con un solo sueldo, o los trabajos insumían menos horas, quedando algunos ratos para revisar los deberes domiciliarios de sus hijos. En otros casos algún familiar contribuía  en esa ayuda.
No soy técnica en educación ni vislumbro la solución. Pretendo que otros conciban un nuevo plan de estudio, ya que tampoco sería posible retroceder hasta tiempos sin tecnología
Sé que han pasado los años florecientes  de nuestro país. Que hace rato no somos aquella “Tacita de plata”  con que algún poeta gentil nos designó. De la Suiza de América  apenas queda el recuerdo del nombre. De nuestros diplomáticos que en el exterior dejaban huellas profundas poco se habla, de los oradores parlamentarios que hacían gala de su don de exposición y de su gran cultura ya que eran poetas insignes, alguno ha leído.  Pero ha habido un retroceso hacia formas de hablar poco cuidadas,  nada refinadas, y se pronuncian muchos vocablos en forma perimida y rectificada hace más de setenta años por la Real Academia Española. Sabemos del Yeísmo que arraigó fuerte en el Río de la Plata pero que ya era usado en varias regiones de la Madre Patria, aceptamos algunos modismos que son también regionales o exclusivos. El seseo también nos distingue de otros países de lengua hispana, pero no mengua la cultura que podríamos tener. No obstante, deberíamos sentirnos responsables de este deterioro del idioma. La enseñanza debe ser analizada a fondo en nuestro país. No podremos jamás resignarnos  a estar entre los países menos alfabetizados de América.  Y mientras gastan una y otra vez la frase de nuestro Prócer que nos exhorta a ser ilustrados y valientes, por lo menos que haya algún valiente que asuma esta desoladora realidad y la corrija.

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