miércoles, 15 de mayo de 2013

El hijo de los ceibos




El invasor quizás tuvo tus ojos,
tu madre blanca, oscuros los traía.
Del puma adquiriste nervio y garra
por tu otra raza indómita y bravía

Si no fueras el  sueño de un poeta,
Imposible, sensible, misterioso
héroe  pudiste ser de otra novela.
Fuerza y valor, ternura candorosa.

¡Pero no pudo ser! Héroe, ni amante.
Ni Blanca tu mujer, sólo se rozan.
Dos castas tan distintas y lejanas
 se acercan y se miran, no se tocan.

Más yo te amé, lloré con tus pesares
y sufrí por lo injusto de tu suerte
Indio de ojos azules, sé que amabas…
¡Un odio  o un temor  causó tu muerte!

El poeta no osó cambiar la Historia
fantaseó simplemente en la poesía
¡Qué más querría que volverte gloria!
¡Así mestizo  y cristiano te quería!

La pena del esbozo de una madre
te trasmitió, pues tanto lo sufría,
con el amor profundo por la patria,
y  el respeto por la raza ya caída

¡Ahí está la gesta del guerrero!
¡Allí están los llantos de la hispana!
La difícil unión que  no tuvieron.
Tiempo no fue, de una fusión temprana

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