Un heterónimo para compartir mis divagaciones.
Si deseara
fingir que soy otra, elegiría firmar Abril Romero, seudónimo bajo el cual
escondería el perfil de escritora, mi
otro yo, la educacionista Alma Estévez Vazzi. Entonces también tendría que
crearle una identidad más allá de un nombre. Ésta sería una de las posibles biografías:
Alma nace en Colonia del Sacramento en 1944. Hija
un juez de paz de origen español y una pianista
descendiente de valdenses, crece en un
ámbito de gran apertura filosófico – religiosa.
Con sus hermanos Martín y Franco concurren
tempranamente a la escuela Nº 90, con la dirección amable y conductora de la
maestra Ada López.
Posiblemente por el ejemplo de la maestra, la que sin hijos ha volcado todo su saber y su
amor en los educandos, Alma decide
dedicarse a la docencia.
Se gradúa, con altas calificaciones en el Instituto Magisterial de Colonia, que
se había creado justamente en el año en el cual ella nacía. Allí su querida
maestra daba clases de Didáctica, Psicopedagogía y Caligrafía. Era el año 1962
A pesar de su fuerte vocación y del
apego a la hermosa ciudad natal, no es allí donde se iniciará como docente, ya que
unos meses después contrae matrimonio con el alférez aviador Luis Marquina y se radican en el
Departamento de Durazno,
específicamente en Santa Bernardina
donde él es destinado. Allí ella comienza
a ejercer la docencia.
En 1965
su esposo es trasladado, ahora a
Montevideo. Es ya reconocido dentro de
su brigada como excepcional piloto de pruebas e incluso de arriesgadas
acrobacias aéreas. Debido a ello, es enviado con frecuencia a Europa a probar
los prototipos más recientes, aunque la economía del país no pudiera
incorporarlos a sus fuerzas aéreas en un futuro inmediato.
También
es invitado a participar en múltiples competiciones, con la anuencia y hasta el
impulso de sus superiores quienes
sienten como suyos sus triunfos.
Alma puede acompañarlo muchas veces, y su
gusto por la Literatura
y la Historia
se va acrecentando con los nuevos escenarios que conoce. También ella se ufana
de las proezas de su marido pero el
temor por los riegos que corre, la persigue; escribe algunos poemas entre esperanzados y
doloridos, que nunca publicará
Su permanencia en Montevideo será definitiva, nacen allí sus dos hijos mellizos Juan Luis y
Leonor. La plenitud ha llegado. Nuevos
poemas, de gratitud y alabanza esta vez,
llenan algún borrador que descuida.
Luis ve
en ascenso su trayectoria entre aviones nuevos y otros casi obsoletos., viajes, trofeos,
felicitaciones, y una familia que lo hace muy feliz
Así transcurren otros cuatro años, el esposo ya es capitán y con una medalla de distinción
al mérito
Pero la fortuna puede dar la espalda en el
momento más inesperado y mientras piloteaba un bimotor t-33
A . cerca de la costa, se desencadena una furiosa
tormenta de verano; el avión, alcanzado
por un rayo, se precipita envuelto en llamas en las aguas del Río de la Plata.
Para Alma se termina así trágicamente la
historia de amor y la paz. En un instante se encuentra convertida en una viuda con dos hijos pequeños. Los honores
que le brindan a su esposo no suavizan
para nada su pesar
Accede poco después a una pensión militar algo
mayor que las acostumbradas.
Pero el
dolor la sumerge en una terrible depresión. El afecto y reflexiones que le brindan sus
padres y hermanos le impiden derrumbarse
definitivamente
No acepta la sugerencia de instalarse nuevamente en su querida
Colonia. Queda allí, trabajando para no
pensar, y formando a sus hijos que hoy son personas de bien, muy destacados en sus actividades respectivas. Su
hija es concertista como la abuela y el varón después de haber seguido los
pasos de su padre, ocupa hoy un puesto en la NASA.
En 1990,Alma
decide retirarse . Nunca quiso la dirección de una escuela porque solamente la
alegraba el constante trato con los niños.
A pesar de que tuvo fuerzas para continuar luchando, el golpe fue tan grave, que nunca
volvió a casarse. En cambio vuelca todos
sus sentimientos en sus escritos
mientras revive en esporádicos viajes, sus momentos de entera dicha
Muy admiradora de Rodó, especialmente de Ariel, trata de dejar mensajes para la
juventud, juicios sobre lo que ella considera errores o desenfrenos
que aquejan a la humanidad, según
ella muy enferma, causas que quisiera evitar, aunque sabe que su voz es muy
pequeña entre las multitudes. Ha publicado numerosos artículos en revistas y
periódicos nacionales e internacionales y algunos libros.
Tiene una vasta producción inédita y mucho
tiempo sin duda para escribir y publicar
más.
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Cuántas
identidades falsas como ésta sería
posible crear, situándolos en tiempos y lugares reales o posibles, salpicadas
de realidades espirituales solamente,
pero mi alma
está fatigada y no sé si deseo transmitirle otros
sentires ni regalarle futuros inciertos como el mío
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