sábado, 19 de julio de 2014

RECUERDOS PARA UNA BANDA


Museo Regional Alvaro Figueredo de Pan de Azúcar. Nuestro paso se detiene allí, frente a la que fuera casa natal del Poeta.
    Restaurada y embellecida luego de largos años de abandono, durante los cuales, habitantes circunstanciales, no supieron detener las huellas del tiempo, implacable desgastador. Hoy es un nuevo y atractivo centro cultural de la zona.
Nos sentimos motivadas profundamente y, entrecerrando los ojos con un algo de nostalgia,
vemos renacer en la alta puerta el aldabón y el buzón de reluciente bronce. Sin   saber cómo vamos introduciéndonos en una parte importante de nuestro ayer.
     En aquel nuestro pasado, el poeta no es el niño que corre por las espaciosas salas, sino el maestro y profesor que, a la vuelta de la esquina ha construído el hogar donde se refugia con frecuencia para dar curso a su fecunda creatividad.
     La madre no es ya la joven señora que lo acuna con amor, sino la venerable anciana, que muy cerca suyo, disfruta la proximidad de los nietos.
     Para nosotros, entonces, ésta, la de General Artigas casi Francisco Bonilla, es la casa del “Maestro”.
     Nos referimos  a un maestro que habitó en ella más de diez años, acompañado de su esposa. Alguien que no llevaba el apellido Figueredo o Bonilla como los propietarios.   Un inquilino apenas, que no se dedicaba  a la aritmética ni a la gramática. Era un maestro de Música,  que llegado en 1942, tuvo como cometido el crear una Banda Popular en la Villa.
 Quizás parezca extraña esta mención, pero más curioso aparece el pretendido desconocimiento de ese hecho.
   Es imprescindible sacudir estos casi cincuenta años de olvido, para que muchos hombres de hoy se reencuentren integrando aquel grupo primigenio  de músicos principiantes. Sin dudas, así, sentirían renacer parte de su juventud.
Insistimos pues, en afirmar que, en la década de los cuarenta surgió, no en virtud de una varita mágica, sino de hábil batuta, la BANDA POPULAR DE PAN DE AZÚCAR.
Previamente existió, por supuesto, el espíritu de un núcleo  de conocidas figuras de la comunidad que pusieron su empeño para concretar aquello que al principio fue  apenas una tímida ambición. Formóse una Comisión que según reza el acta primera, fechada el 15 de diciembre de 1941, estuvo integrada por Doña Isabel Núñez de Abal, Máxima P. de Núñez,                                                                      
Rosa G. de Demartino, Aurita de Alles, Inés Goicoechea, Santiago de Alles, Eduardo Becco, y Lázaro Palacio Núñez.
El acta  número dos, pertenece al año 1942 y menciona la renuncia de la Señora Demartino que se traslada a la Ciudad de San Carlos. A continuación informa que el cargo acéfalo es ofrecido  al Señor Intendente Departamental Don Félix Núñez, quien lo acepta. También indica que la Junta Local contribuye con quince instrumentos musicales, bastante deteriorados.
El año siguiente será el de las concreciones. Instrumentos restaurados, adquisición de otros nuevos, elección de un maestro entre los varios que responden a un aviso publicado en el diario capitalino “El Día”, así como la apertura  de un registro  para aspirantes a músicos.
    El Maestro Emilio Coccioli Castello pasa a residir en la localidad.
Muy pronto logra maravillas, haciendo  que los aprendices, veinticinco jóvenes, algunos de ellos apenas adolescentes, ejecuten con soltura y precisión. Pocos meses después la banda es ya una realidad.
El hecho sorprende gratamente a Intendente y Comisión, aunque ellos confiaban desde el comienzo, en la capacidad de aquel músico experimentado  dedicado y laborioso. Más aún con una amplia trayectoria anterior.
Radicado desde muchos años atrás en el país, había destacado como músico, creando otras bandas y desempeñado diversas e importantes actividades.
Original de la ciudad de Lecce  (Italia) poseía la inclinación musical, tan común en esa zona del Mediterráneo. Allí había adquirido su formación primera, perfeccionada en otras ciudades de la Península, entre ellas Ferrara.
Al principio la Banda contaba con dos bajos, dos bombardinos, tres trombones, un requinto, un redoblante, un bombo, platillos, tres pistones, una flauta, seis clarinetes y cuatro geny.
A partir del momento de su formación se pensó en un debut importante. Para el mismo  fueron creadas comisiones auxiliares. Así, en febrero de 1944 se presenta con un éxito total en una hermosa fiesta que tuvo lugar en la “Sociedad Recreativa La Trilla”. Luego de esto, no hubo celebración patriótica o de otra índole en la cual aquel grupo de muchachos vistiendo elegantes uniformes azules, guantes blancos y gorra con visera no participara.
Tomamos al azar una nómina de pago, escrita con la cuidada e inconfundible caligrafía  del maestro. Pertenece al año 1946, pleno auge de la banda.
   Allí encontramos los siguientes nombres: Dante Aguirre, Édison Salaberry, Yamandú Goicoechea, Héctor Albónico (h.), Regino Bargueño, Armando Miraballes, Raúl Barbarita, Sergio Cabrera, Miguel Angel Bonilla, Omar Barragán, Rubí Gutiérrez, Osvaldo Plada, Juan Martínez, Herman Ágner, Miguel A. Carrasco, Cándido de León, Asdrúbal Suárez, Edgardo Díaz, Juan y Sergio Monfort, Willy Ágner, Raúl Buzó y Saúl Martínez. 
No figuran en esta lista los nombres de varios de los primeros músicos como JulioFonseca, Lino González, Javier Silva, Miguel Cursach, Victorio Escobal y Américo Dorrego.
Tampoco aparecen los nombres de otros integrantes que recordamos pertenecieron a esta banda  y que sin duda están incluídos en nóminas de otra data. Entre estos últimos  figurarían Silvestre Núñez, Ismael Bonilla, Nelson Cabobianco, Carlos Ferreira, Cayetano y Hugo Golfarini, W.González, Amado Fernández.  
Por entonces la banda era requerida constantemente. Se presenta en Maldonado, Garzón, Aiguá.
Debido a este éxito, las inquietudes musicales aumentan. Surge así una orquesta formada por varios de los miembros de la  banda que aprenden a ejecutar otros instrumentos, guitarras, violines, piano, acordeones.
Más tarde una orquesta de niñas acude a los actos de clausura de cursos, de las distintas escuelas de las cercanías.
  Haciendo gala de versatilidad y dinamismo el maestro dirige el coro de la Escuela N.6 y de otras del Departamento.
A su casa  acuden numerosos niños que tratan de aprender a sonar variados instrumentos y adultos que desean aprender canto lírico
Muchos niños logran su objetivo y surgen en ese período varios profesores.
No dudamos que no pocos comparten nuestros recuerdos, otros se han alejado de nuestra ciudad, y algunos lamentablemente se han ido físicamente para siempre pero están confundidos en aquel ayer que rememoramos con singular cariño.
Formóse una especie de familia que compartía horas de estudio, alegres fiestas de cumpleaños, algarabías, risas y llantos frecuentes en los días de niñez.
Entre muchos, surgen nombres nunca olvidados como los de Dora De León, Mary Goicoechea García, Teresita Blois, Mabel Batista, Norma Sierra, Nubia, Marta y Susana Araújo, Álvaro Tell y Silvia (Chispa) Figueredo, Oscar y César Bonet, Luz Sención, Zulema de León, Zulma Galleto, Marta Bargueño, Tito Goicoechea.
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En aquel período se efectúan, incluso, exámenes conciertos, verdaderas galas, vestidos largos, trasmisiones en directo por  la entonces  única radio del departamento.
Pero el mundo va de prisa, todo es ya muy lejano.
El ejecutar en la banda  es para algunos solamente un pasatiempo, un enriquecimiento cultural para otros, un trabajo atrayente  para los menos.
Llega un momento en el que decae el entusiasmo. Han pasado primaveras y aunque el elenco no es estático, sino que ha ido renovándose, los adolescentes van convirtiéndose en hombres que adquieren nuevas obligaciones en busca de  su futuro. La Banda se reduce en número de componentes y la Comisión formada ahora apenas por cuatro miembros, de los cuales sólo Don Félix Núñez y Juan Angel Pereira estaban desde los primeros años, se enfrenta a la triste misión de reconocer que el empuje primero es un pálido recuerdo. Que el otrora brillante conjunto musical ha dejado de existir. Es entonces diciembre de 1953.
    De todo aquello, aparte de esta emocionada memoria, porque tuvimos la fortuna de vivir de cerca su desarrollo, quedó una suma de dinero que, por voluntad  de una comisión creada a posteriori de la disolución  del grupo musical, es destinada, casi diez años después, a engrosar los fondos con que habría de erigirse el monumento  a José Artigas en la Plaza 19 de Abril.
Con el fin de la Banda los esposos Castello se trasladan a Montevideo, donde a consecuencias de una enfermedad crónica, agravada por el incesante ir y venir  en los años de trabajo intenso, fallece el Maestro en diciembre 29 de 1955.
Hoy, opacados por la pátina de olvido y de tiempo, algunos instrumentos reposan en un rincón  de la Casa de la Cultura de Pan de Azúcar. Rescatados de un peregrinaje por otras ciudades del Departamento, son  ahora un mínimo testimonio de la grandeza que vivieron.

    Nosotros, cada vez que oímos las notas de un violín, los acordes sonoros de un piano, la bella voz de un cantante entonando un aria de Verdi y, por supuesto, el paso marcial de una banda, revivimos la pequeña figura del maestro, invariablemente  vestida de traje, camisa de cuello casi duro, donde destaca la siempre renovada corbata, botines finos y lustrosos… y vemos la alta puerta, de bronces refulgentes, tras la cual nació, brilló y murió aquella inolvidable Banda Popular de Pan de Azúcar.  

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