domingo, 17 de noviembre de 2013

Siempre Artigas



Hoy es el cumpleaños de Artigas y como siempre desde hace muchas décadas, en esta fecha o en otras que lo aluden, empiezan las divergencias. ¿Es nuestro héroe, acaso el fundador de nuestra República?
Las personas han perdido el sentido de la orientación y de los tiempos.
Cuando aquel descendiente muy cercano de españoles nació, nuestro territorio  era apenas una parte de la colonia española, Él, consustanciado con el medio, con la tierra que lo vio nacer y hacerse hombre, tuvo como otros la clara certeza que ya había llegado el tiempo de que América rompiera las cadenas que la unían a Europa. Inspirado por otras concepciones de gobierno soñó una patria más grande y con todas las garantías de libertad e independencia. Fue la mano firme y la voluntad precisa del sueño de los orientales, y de otros pueblos vecinos. Fue el anhelo materializado en su persona y mejorado con sus ideas de avanzada.
Sabemos que no tuvo la idea de hacer un país pequeño, no quiso desligarlo de terruños iguales y linderos. ¿Importa acaso que haya soñado más? Siempre entendió que las provincias que él unió en su plan espléndido tendrían la capital en la Banda Oriental.
Nunca en Buenos Aires, lugar que mostraba un orgullo desmedido y otras aspiraciones. De las tierras de habla portuguesa se sintió separado por lógica. Seguirían siendo hijos de España, con el mismo respeto que se depara a los progenitores  pero con aquella independencia que marca la mayoría de edad.
Eso lo tuvo muy claro y dejó fehacientes testimonios de ello. Sin embargo su pensamiento avanzado,  no tuvo la misma respuesta que en  las armas. Tuvo brillantes y honorables triunfos pero tuvo derrotas y traiciones. ¿Fue orgulloso? Tal vez…
Pero luego de su exilio voluntario y largo, en el cual pasó tiempos de confinamiento y tiempos de libertad, no traicionó jamás el sueño americanista.
Hijos del país que soñaba quedaron por el camino y sus continuadores apenas tuvieron valor y competencia para salvar a una mínima parte de su protectorado.
Por supuesto  aquel era  el  suelo más querido para Artigas, aquel donde había  nacido, luchado, amado. Sus otrora tenientes lograron  preservarlo como pudieron,
 y, según sus criterios, bastante más pobres o por decirlo sin herir, cada uno a su manera. Tuvieron ideales diferentes y se convirtieron en rivales. ¿Y a ese terruño que quizás ya llevaba divisas querría volver el libertador?
  Hasta el Paraguay definitivo le habían llegado noticias en parte gratas; se lo nombraba, se le requería, no le habían olvidado. Pero a qué debería enfrentarse cuando ya no era el indiscutido jefe de los orientales. Ahora había otros retos, otras ambiciones, las alianzas no eran las que él hubiera practicado, los federales venían desde Buenos Aires envueltos en una niebla oscura y los unitarios solamente encontraron eco  en  un territorio mínimo como el de su Banda Oriental. Así que su regreso no era lo propicio ni lo aconsejable ni para  el pueblo ni para el hombre. Su sueño se había roto definitivamente. Digamos que el fragmento más grande era una tierra con forma de corazón.
Eso nunca le quitará méritos ante los ojos de la posteridad, ya que sin él nada habría subsistido. El Uruguay, así aislado, no es lo que había imaginado. Él fue un padre con más hijos a quien sólo le quedó uno, el primogénito.  No es fácil sobreponerse a tantas pérdidas.
Pero eso no significa que haya dejado de ser padre. Más lógico sería que todas las otras provincias que integraron la liga federal, (algo de eso se está conversando hoy), lo reconozcan como héroe propio, quizás no de la nación que integran, sino  de cada una de las  provincias en particular,  de cada una de  aquellas donde flameó la bandera del prócer.
Y por fin no desconozcamos el momento histórico que vivió, para minimizarle homenajes ni retacearle cariños. No todos los países tuvieron hombres tan iluminados. Dejemos la mezquindad para pueblos más desfavorecidos. Nosotros debemos ser dignos de su coraje y de su ideario, nada más.

Será siempre el padre de nuestro terruño si bien la concepción de organización o planificación del país no le haya correspondido. 

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