Hoy es el cumpleaños de Artigas y como siempre desde hace
muchas décadas, en esta fecha o en otras que lo aluden, empiezan las
divergencias. ¿Es nuestro héroe, acaso el fundador de nuestra República?
Las personas han perdido el sentido de la orientación y de
los tiempos.
Cuando aquel descendiente muy cercano de españoles nació,
nuestro territorio era apenas una parte de
la colonia española, Él, consustanciado con el medio, con la tierra que lo vio
nacer y hacerse hombre, tuvo como otros la clara certeza que ya había llegado
el tiempo de que América rompiera las cadenas que la unían a Europa. Inspirado
por otras concepciones de gobierno soñó una patria más grande y con todas las
garantías de libertad e independencia. Fue la mano firme y la voluntad precisa
del sueño de los orientales, y de otros pueblos vecinos. Fue el anhelo
materializado en su persona y mejorado con sus ideas de avanzada.
Sabemos que no tuvo la idea de hacer un país pequeño, no
quiso desligarlo de terruños iguales y linderos. ¿Importa acaso que haya soñado
más? Siempre entendió que las provincias que él unió en su plan espléndido
tendrían la capital en la Banda Oriental.
Nunca en Buenos Aires, lugar que mostraba un orgullo
desmedido y otras aspiraciones. De las tierras de habla portuguesa se sintió
separado por lógica. Seguirían siendo hijos de España, con el mismo respeto que
se depara a los progenitores pero con
aquella independencia que marca la mayoría de edad.
Eso lo tuvo muy claro y dejó fehacientes testimonios de
ello. Sin embargo su pensamiento avanzado, no tuvo la misma respuesta que en las armas. Tuvo brillantes y honorables
triunfos pero tuvo derrotas y traiciones. ¿Fue orgulloso? Tal vez…
Pero luego de su exilio voluntario y largo, en el cual pasó
tiempos de confinamiento y tiempos de libertad, no traicionó jamás el sueño
americanista.
Hijos del país que soñaba quedaron por el camino y sus
continuadores apenas tuvieron valor y competencia para salvar a una mínima
parte de su protectorado.
Por supuesto aquel
era el
suelo más querido para Artigas, aquel donde había nacido, luchado, amado. Sus otrora tenientes
lograron preservarlo como pudieron,
y, según sus
criterios, bastante más pobres o por decirlo sin herir, cada uno a su manera. Tuvieron
ideales diferentes y se convirtieron en rivales. ¿Y a ese terruño que quizás ya
llevaba divisas querría volver el libertador?
Hasta el Paraguay
definitivo le habían llegado noticias en parte gratas; se lo nombraba, se le
requería, no le habían olvidado. Pero a qué debería enfrentarse cuando ya no
era el indiscutido jefe de los orientales. Ahora había otros retos, otras
ambiciones, las alianzas no eran las que él hubiera practicado, los federales
venían desde Buenos Aires envueltos en una niebla oscura y los unitarios
solamente encontraron eco en un territorio mínimo como el de su Banda
Oriental. Así que su regreso no era lo propicio ni lo aconsejable ni para el pueblo ni para el hombre. Su sueño se había
roto definitivamente. Digamos que el fragmento más grande era una tierra con
forma de corazón.
Eso nunca le quitará méritos ante los ojos de la posteridad,
ya que sin él nada habría subsistido. El Uruguay, así aislado, no es lo que
había imaginado. Él fue un padre con más hijos a quien sólo le quedó uno, el
primogénito. No es fácil sobreponerse a
tantas pérdidas.
Pero eso no significa que haya dejado de ser padre. Más
lógico sería que todas las otras provincias que integraron la liga federal,
(algo de eso se está conversando hoy), lo reconozcan como héroe propio, quizás
no de la nación que integran, sino de
cada una de las provincias en
particular, de cada una de aquellas donde flameó la bandera del prócer.
Y por fin no desconozcamos el momento histórico que vivió,
para minimizarle homenajes ni retacearle cariños. No todos los países tuvieron
hombres tan iluminados. Dejemos la mezquindad para pueblos más desfavorecidos.
Nosotros debemos ser dignos de su coraje y de su ideario, nada más.
Será siempre el padre de nuestro terruño si bien la
concepción de organización o planificación del país no le haya correspondido.
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