Enseñanza
No he pensado un país de literatos. ¿Por qué deberíamos
serlo? Pero quisiera saber en qué momento y por qué causa, docentes, políticos,
periodistas, descuidaron su alfabetización- No basta hacer Primaria, ni Secundaria, ni una carrera universitaria para
convertirnos en país alfabetizado. No pretendo ya un lenguaje culto, selectivo
ni una lectura expresiva y amena. Apenas me conformaría con
que todos aquellos que garbosamente entran a Internet , supieran que Ay,
ahí, hay, no son la misma palabra. Que los verbos haber y hacer comienzan con h
y el primero lleva b y el segundo llevará c también al ser conjugado. Quisiera
que el modismo de abreviar, no sustituyera a la amigable q. con una k
extranjera y que figura tan pocas veces en nuestro diccionario-Quizás sería
mucho pedir que los infinitos errores que ninguno creerá que son de tipeo sino
de abierta ignorancia y falta de atención, no nos humillase tanto ante lectores
experimentados .¿Cómo es que esos garrafales errores trepan sin rubor y con
mucha inconciencia a las enciclopedias que figuran en la Red y de la que los
niños y jóvenes tanto se sirven?
Hubo una vez, como en los cuentos, pero una vez en la que yo
viví, en la cual los niños que deletreaban, debían superar ese inconveniente
antes del tercer grado, y que los trabajos escolares aparecían coloreados con
infinitas correcciones por los maestros, quienes tenían una cuidada caligrafía
y por supuesto jamás una falta.
En esos tiempos no era raro que muchos alumnos lucieran sin
aparatosidad dictados sin ningún error. Los varones, en general, pero con
honrosas distinciones, solían, apurados por la proximidad del recreo o de la
salida, escribir con cierto descuido. Sin embargo, pasados pocos años, se convencían que si no ponían
algo más de atención en sus trabajos, no pasarían de clase.
Los menos llegaban a la enseñanza media todavía con faltas,
las cuales por no ser tan graves solían ser perdonadas luego de la advertencia
correspondiente.
Pero hoy,¡ por favor!, no culpemos a las pequeñas
computadoras de esa falta de respeto por nuestra lengua. Pensamos, que tal vez
podría habérselas proporcionado, para que se utilizara como una clase más, como Historia o Matemáticas, dado el uso que tendrían que darles en el futuro
Sin embargo, flaco favor les ha hecho a niños que casi no
saben leer ni escribir con trazo manuscrito unos pocos renglones.
No son tontos los niños y los adolescentes. Es tan fácil
entregar los trabajos en fotocopia, logradas por ellos mismos o solicitadas en las
bibliotecas. La mayoría ni siquiera las
ha leído antes de entregarla a su maestro, seguros que el llevarlas es ya
trabajo suficiente.
Hay excelentes maestros y profesores, pero el dislate es tan
desmedido, y las instituciones hacen hincapié en que los alumnos no repitan
el curso, que los mismos se encuentran atados de manos para solucionar
este acuciante problema. Claro que ya no vivimos en aquellos tiempos en que las
madres generalmente no debían trabajar, alcanzaba con un solo sueldo, o los
trabajos insumían menos horas, quedando algunos ratos para revisar los deberes
domiciliarios de sus hijos. En otros casos algún familiar contribuía en esa ayuda.
No soy técnica en educación ni vislumbro la solución.
Pretendo que otros conciban un nuevo plan de estudio, ya que tampoco sería
posible retroceder hasta tiempos sin tecnología
Sé que han pasado los años florecientes de nuestro país. Que hace rato no somos
aquella “Tacita de plata” con que algún
poeta gentil nos designó. De la Suiza de América apenas queda el recuerdo del nombre. De
nuestros diplomáticos que en el exterior dejaban huellas profundas poco se
habla, de los oradores parlamentarios que hacían gala de su don de exposición y
de su gran cultura ya que eran poetas insignes, alguno ha leído. Pero ha habido un retroceso hacia formas de
hablar poco cuidadas, nada refinadas, y
se pronuncian muchos vocablos en forma perimida y rectificada hace más de
setenta años por la Real Academia Española. Sabemos del Yeísmo que arraigó
fuerte en el Río de la Plata pero que ya era usado en varias regiones de la
Madre Patria, aceptamos algunos modismos que son también regionales o
exclusivos. El seseo también nos distingue de otros países de lengua hispana,
pero no mengua la cultura que podríamos tener. No obstante, deberíamos
sentirnos responsables de este deterioro del idioma. La enseñanza debe ser
analizada a fondo en nuestro país. No podremos jamás resignarnos a estar entre los países menos alfabetizados
de América. Y mientras gastan una y otra
vez la frase de nuestro Prócer que nos exhorta a ser ilustrados y valientes,
por lo menos que haya algún valiente que asuma esta desoladora realidad y la
corrija.