A RUBEN DARÍO
Cuánta mujer deseara haber sido Francisca,
para darte ternura, para calmar tu mal,
pero fueron las huellas de Eulalia o Carolina
las que jamás dejaron secar tu manantial
Hay un niño en tu pecho cuando derramas flores
y lloras los insomnios de las noches sin calma.
Débil hombre, caíste en redes tentadoras
que rasgaron tus carnes, y golpearon tu alma
Ay! Darío, la vida te impulsaba hacia Eros
Tú gustaste cien bocas, quizás buscaste más,
pero algo te faltaba y acentuaba tus miedos
mientras en finas copas bebías el champán.
¿Besaste a la princesa prisionera en sus tules?
Recóndito palacio la guardará sin duda,
pero en horas oscuras hubo mujer y musas
para acallar pasiones ,sin dulzor ni ternura.
¿Quién como tú ha logrado sangrando regar rosas
y sacar del carbón ,cual minero, diamantes
Quién pudiera palabras selectas y preciosas
esparcir en las hojas blancas y sollozantes
Pero el alma sensible no te marcaba rumbos
aunque obsequiaras broches de fina pedrería.
Alhajas tus palabras cual tu sentir fecundo,
que lucirse pudieran en cara joyería.
Fue tu lira tan rica que envidiarla pudiera
inspirado poeta con el más alto vuelo.
Pero tú fuiste uno, tu vida y tus quimeras
te dejaron desnudo en tu busca del cielo.
Tu pluma venció al tiempo, al viento, a las edades,
mas recojo con pena las dudas del mensaje.
Tu juventud perdiste, tu esperanza temprana
quedó allá entre la brisa que refresca el boscaje.
Aunque admiro tu numen no he de beber tu savia,
mi sendero fue grato, sin espinas, con paz.
Son mis giros muy lentos, tengo cortas las alas
y dejo grises versos, cada tanto, al azar.
5 de setiembre de 2007
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