Saben que la vida es río
que recorre distancias sin reposo,
profundo, sinuoso, con desvíos,
con aroma y espinas de mil rosas.
La vida es arisca montaña
que ascendemos a veces con esfuerzo,
a veces con más maña,
para llegar a la cima, y el descenso
ha de ser cauteloso, pues la carne
puede a veces sufrir,
también el alma, pero tras el morir
sólo habrá calma.
Y si confiados hicimos el camino
en quien murió en la cruz
hemos de ser devueltos a la vida,
salvados por Jesús
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