Acaso saliste de los cuentos de hadas
Lilibet pequeña naciendo princesa.
Una muchachita fuerte y animada
que enfrentara guerras y sufriera muertes.
Yo te vi de lejos, fresca, enamorada
de un teniente altivo, noble y con estrella,
y miré la boda suntuosa, en imágenes
antes que el acaso te volviera reina.
Me asustó la augusta corona con gemas
que pesaba tanto como si hierro fuese
Parecías tan frágil y fuiste valiente
guardando el legado de aquellos tus evos.
Pasaron decenios y siempre compuesta.
¿Ha sabido nadie de tus noches largas?
¿Si para tu príncipe sólo fuiste reina
o la esposa dulce, la amante que ansiaba?
Es que tú llevabas el peso de siglos
cargado en tus brazos como buena madre
y si triste viento castigó tu vida,
con gesto sereno jamás lo mostraste.
Supiste de amores que desdeñan tronos
Viviste el ejemplo de un padre agobiado.
Sufriste callada yerros de los otros,
más si fueron hijos y seres amados.
Hoy que eres anciana, no te piensan joven
soñadora y bella como te recuerdo
pero sé que el pueblo aún te ofrece flores,
porque eres el símbolo entero de un reino.
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