¡Oh la dulce princesa a quien cantó Darío!
Él vislumbró sus penas y adivinó su frío.
Hoy la Historia nos muestra el funesto destino,
de tantas damas nobles, ricas y sin camino.
El oro en las prisiones de las cortes de antaño
y el amor que no nace de acuerdos visionarios.
Y miramos con celo a la augusta princesa,
que nos habla de cuentos, de magia y de belleza.
¡Y aquella tez tan pálida y el oro en sus cabellos,
y los ricos vestidos y la tiara con perlas!
¡Oh! ¡Despierta muchacha,la de la piel morena
y cabellos oscuros como la negra tierra!
Has de encontrar al paje, caballero o aldeano
que te esperará ansioso para besar tu mano.
Cual el dulce brebaje que un Merlín ofrecía
primavera ha de darte compañero y poesía…
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