Era tan bello aquel verde
de su manto de lanilla,
que daba gusto hasta verla
tan coqueta y con tal brillo
Era la niña, esperanza
en el ocaso amarillo
y sus manos trabajaron
haciendo dulces muy
finos
Nunca un tal verde en
la tarde.
Jamás otro chal se viera,
ni mejillas tan rosadas
ni alondras en las esperas.
La niña soñaba amores
El novio la vio muy bella,
gustó los suaves sabores
y le sonrió a las estrellas
Y la niña enamorada
coqueteando con las flores
robó el aroma a los nardos
y se pintó de amapola.
Era la niña un alarde
de arrebol y nube rosa
su novio se volvió brasa
¡Fortuna que no hubo soplo!
de arrebol y nube rosa
su novio se volvió brasa
¡Fortuna que no hubo soplo!
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