Jesús,
ya me dijeron que has de venir de nuevo
y esta vez
vestirás el traje que esperaron
aquella vez primera, cuando paso
andariego
te llevaba
por sendas polvorosas, gastadas.
Vendrás con tu
cortejo y sonarán trompetas
y sabrán que
eres Hijo, Dios, Rey, Señor sumo,
pero yo aún te veo despojado y sediento
regalando paciencia en un cielo gris humo.
Te veo en el
desierto enfrentando mil pruebas
para volver invicto a cumplir ministerio.
Te veo
gobernando a los furiosos vientos
y sanando
amoroso a tus muchos enfermos.
Te veo en el
pesebre, o acaso trabajando,
te escucho allá
en el templo citando profecías
Te veo niño y
hombre, cuando llega la tarde
y me siento tan
tuya ¡Oh maestro divino!
Y La cruz…¡ no
la nombren! porque sangran mis manos
y mi costado
siento herido como el tuyo.
A incontables personas llegaron tus milagros,
y con perdón borraste las culpas ,más profundas
Yo te di poco mío, ni miserias ni llantos
y fui Tomás, acaso, dudosa en la promesa
por eso yo te ruego que perdones la causa
que provocó en mi ser cuotas de indiferencia.
Yo sé que tú conoces ya todos mis pecados
pero una voz muy triste llega de mi
conciencia.
Si tú me has
perdonado, aún me pesa la carga,
y es que mi fe dormida necesita tu aliento.
Y yo extiendo la
mano tratando de alcanzarte
entre las multitudes que me impiden tocarte.
Jesús yo te
amo pobre, igual que soberano,
con túnica
gastada o con ropaje áureo.
Lucirás la
corona que ayer no te ceñiste
porque viniste al Mundo a morir por nosotros.
Tú esperas con
ternura a tus perdidos hijos,
cual guardas a
los buenos que hace tiempo reposan.
Perdona todo el
tiempo que no te he dedicado,
mi alma ha estado
muerta, mi corazón dormido
pero me así a
una hilacha perdida de tu manto,
ey tu mano
extendida me señaló el camino.