Era de asfalto la senda.
De eucaliptos perfumada.
Mi casa se orientó a ella,
a pesar de soles bravos.
Era de asfalto la senda
y su tránsito variado.
Un camino cerca de ella,
daba pasaje al ganado.
Era de asfalto la senda
y aunque estuviera gastada,
me complacía sólo verla
en los ocasos callados.
Me he resignado al progreso
que ha trazado sendas anchas,
donde un millar de autos nuevos,
pasan bebiendo distancias.
Pero a la ruta de asfalto
a la que ahora le canto,
la ha cubierto cruel balasto
que vuela en nubes amargas.
Pocos eucaliptos se alzan,
pero pasan hoy los restos
de sus millones de hermanos
convertidos en maderos.
El polvo más se levanta
con el transporte pesado.
¡Ay! cuánto polvo en mi calle,
cal y balasto mezclados.
¡Era mi senda de asfalto
y casi lo había olvidado!