miércoles, 16 de septiembre de 2015

VA EN CAMINO A SER LUCERO


Era la niña un suspiro,
luciérnaga, en dulces brazos.
Una gota de rocío,
de lucero, la esperanza.
Era la niña dormida…
Un temor  con muchas causas
Era entre brote y semilla.
Un silencio sin palabras.
Frágil era, más que un lirio,
Y cual candil se apagaba.
Fueron ruegos, tibias alas…
Era del cielo la niña
ángel que apenas luchaba
Pero Dios  hoy la bendijo
Y es capullo sonrosado.

                     15 de septiembre de 2015







miércoles, 9 de septiembre de 2015

Del libro Tiempo de Recuerdos (1987)

                                        Reflexiones a manera de introito


Hoy he roto no sé qué Mundo de inhibiciones y temores y he resuelto escribir un libro.
¡Qué ampulosa palabra para designar a este borrador en el cual trataré de transformar en palabras todas  aquellas  ideas, pensamientos y recuerdos que han danzado en mi mente durante tantos años!
Quizás pueda encauzar en él mis inquietudes y mis aspiraciones desconocidas aun para mí misma.
Dijo alguien que un hombre debe tener un hijo, plantar un árbol, escribir un libro… Pienso en el ser humano, hombre-mujer, y quiero confundir al hijo con el árbol. Entonces puedo decir con cierto orgullo que he plantado dos árboles, arraigados con amor en éste y otro suelo.
Por ello sus raíces han de extenderse ávidas hasta alcanzar las vertientes más profundas, las que habrán de fortificarlos  proyectándolos en ramas fuertes que puedan ser pródigas de frutos.
Para esos mis árboles, para ellos mis hijos, escribiré mi libro.
El futuro, su futuro, será más claro y luminoso si sus plantas se afirman  seguras y  orgullosas, sobre la base firme de seres anónimos que día a día construyeron  una época.
Será esta la historia de nuestra familia, de nuestra pareja, de nuestro hogar y ¿por qué no? De aquellos ancestros que la crónica o el contar memorioso de algún familiar pudieron rescatar del olvido.
Será la historia de una de las tantas familias que no ha de figurar en enciclopedia alguna. Sus hechos, ni magníficos ni deplorables se van perdiendo inexorablemente. Pero quedarán nombres, para que algún día una bisnieta curiosa, pueda asomarse a esta ventana de recuerdos y allí, empolvados, encontrarlos. Al hacerlo, sentirá renacer la historia de otros tiempos y los lazos de su misma savia                        

martes, 8 de septiembre de 2015

Del libro Tiempo de Recuerdos

             

                               Aires de Medioevo (Fragmento)


¿Cuándo aparece el apellido Vaccaro ligado al nombre ilustre de aquella ciudad que  guardaba milenios y escondía innúmeros sucesos?
Nadie lo sabe. Solamente  aparece unido indisolublemente como los minerales y los fósiles al suelo de Este
Adquirió del mismo la fuerza de la raza entera que luchó por poseerlo. Qué importancia puede tener un apellido más cuando la región estense muestra su magnífica e insólita supervivencia.
Fueron muchos seguramente los grupos étnicos, como muchos y variados los ciclos de esplendor y decadencia, pero el suelo fue uno solo, y fue rico y deseado tanto que aprisionó a las más diversas generaciones.  Las hizo suyas transmitiéndoles su energía,  integridad, el valor y trabajo callado y sin ostentaciones.
Modestia. Entusiasmo. Economía. ¡Castillo y Fortaleza!
Uno más entre aquellos dignos  estenses el primer Vaccaro que allí se asentó construyó su casa. No importa si atravesó distancias para afincarse allí o si nació de la tierra, semilla  fecunda y generosa.
Este y Vaccaro serán en la familia un lazo único y permanente.
Alguien, buscando cierta vez,  los orígenes del patronímico, obtuvo extraños datos, que parecen leyenda, de un pirata hispano que desde el Mediterráneo y a través de la bota itálica llevara hasta el norte su apellido.
El misterio de las emigraciones y del contacto entre pueblos diversos no es fácil de esclarecer, por lo mismo nos basta saber que si no legítimos, por los menos fueron estos Vaccaro, hijos adoptivos de esta región  y que su larga permanencia en la zona  les confiere la más auténtica carta de ciudadanía que los acredita como vénetos.
A pesar de lo dicho, intentamos rastrear algo concreto, medianamente cercano. Encontramos apenas documentos raros, escapados al afán utilitario que convierte  los libros preciados en papel anónimo en tiempos de guerra. Los mismos aparecen en archivos desmirriados, empobrecidos que no pueden revivir plenamente los hechos de una comarca.

Entre esos legajos escasos, familiares diligentes encuentran nombres y fechas acerca de los Vaccaro que llegaron a Pan de Azúcar por los cincuenta y de otras gentes que con ellos entroncaron…

lunes, 7 de septiembre de 2015

De "Tiempo de Recuerdos"


Fragmento del Capítulo: Perfume de Antaño


El arroyo serpenteante forma una rinconada y se esconde tímido entre sauces y mataojos ribereños. Y en aquel valle perdido en las proximidades de la” Calera del Rey” construye su casa Justa Meneses, quien recibe de su padre apellido y tierra y de su madre, Mercedes Núñez((portuguesa) voluntad y tesón.
Justa se ha casado con Juan Pereira, gaucho pobre a quien los padres legaron tan sólo recuerdos de  épocas mejores. Solares de abuelos perdidos por engaños, quitados con fraudes.
Relojes apurados  marcando horas futuras. Hipotecas vencidas  antes de cumplirse el tiempo señalado .Remates injustos robando tierras fértiles a legítimos dueños.
       Así Juan,  no recibe  los campos que Ángel su padre, hubo del abuelo Tomás que allá por el mil setecientos ochenta fuera uno de los primeros vecinos de esta costa del arroyo. Las tierras ahora son ajenas y Juan Pereira, sin otras pertenencias ni más raíces que las que lo ligan  a las cuchillas y a los valles del  pago, aporta al hogar horas de trabajos variados y de ausencias largas.
Justa Meneses levanta paredes y espera sus regresos. Forma el nido Cuatro hijos varones le nacen en el valle: Juan, Jacinto, Ángel y Eduardo.
Ángel María , el tercero, verá la luz en mil ochocientos sesenta y siete, cerca suyo, casi en la falda de un cerro prominente nace una población, primer signo de urbanización en las cercanías .
Pan de Azúcar extiende su jurisdicción hasta alcanzar sus campos y transponerlos.
Ángel María se ha casado con Gregoria Serrón nacida en tierras vecinas. Era ésta la hija menor de Ramón Serrón de larga trayectoria en luchas partidarias y de Luisa Castro de ascendencia portuguesa.

Ángel compra a su madre las tierras, las últimas veinte cuadras, en realidad diecinueve, porque ella reserva una y la casa .Sin embargo de los catorce nietos que les dará la nueva pareja, no alcanza a conocer a Juan Angel, el primero que ya estaba por nacer. 

De mi libro "Tiempo de recuerdos",publicado en 1987

 (Fragmento del Capítulo: Huellas de misterio)

El Sauce, arroyo plácido corre entre sauces y sarandíes y a su vera vetustas paredes de piedra se alzan silenciosas.
Los Silveira y los Plada han levantado los muros de sus respectivas viviendas junto a las riberas. Son vecinos en el “pago” tierras quebradas encerrando misterios y mitos. De mi primer libro :”Tiempo de Recuerdos” publicado en 1987

¿En que lugar del tiempo se confunden Historia y Leyenda? Sólo sabemos que de ese período llegan narraciones fantásticas. Visiones inesperadas de cirios encendidos, huertos arrasados, ramas retorcidas…
Acaso fantasmas charrúas flotando posesivos sobre las colinas, o  aquelarres en el claro del bosque en medianoche alucinante. Magia negra escapando de la apurada maleta de un viajero fugaz y tenebroso? El medioevo trasplantado de Iberia a América en aquellas mentes sencillas y resignadas. ¿Demonios? ¿Quién los trajo? ¿Cuándo se fueron? ¿O surgieron tal vez en tardes aburridas y noches interminables de mentes supersticiosas?

En ese clima  difícil y huraño que vuelve hostiles las tierras feraces ambas familia crecen, se hacen ricas en trabajos e hijos. La mera vecindad se convierte en familia cuando Jacinto Silveira elige a Gertrudis Plada como esposa. Atractiva, ésta lo deslumbra con  sus trenzas rubias y sus ojos claros. Después de un tiempo logran progresar arrendando campos en la solitaria falda del Betete, para entonces ya tienen dos hijas,  Ubaldina y Jacinta. La esposa es fuerte y firme, ningún trabajo la arredra Y así un día regresan y se acercan a solares paternos, han progresado. Compran tierras con un cerro pequeño matizado de frondas: y allí casi en el otero, alzan paredes sólidas que encierran salas amplias y acogedoras .Jacinto se dedica ahora al ganado, ovinos, lo que les permite una vida cómoda y desahogada. Las hijas son jóvenes ahora. Sienten la falta de un hijo varón que no llegó. Un niño espera cerca, en un hogar generoso de hijos sin padre. Andrés Márquez es su nombre. Los esposos no vacilan en adoptar a aquel niño que  esperen llenará el vacío…